En el bosque oscuro de Dale Bailey
Y sí comenzó todo. Así fue su introducción al alimento del que se nutre el amor: las historias.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Y sí comenzó todo. Así fue su introducción al alimento del que se nutre el amor: las historias.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
El tiempo era una serpiente que se mordía la cola, la historia giraba en la rueda del destino.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Quizá las historias no tenían un principio ni un final. Tal vez se ramificaban eternamente, como los ríos, y partían unos de otros para envolverte durante un breve espacio de tiempo; cada vida era una historia dentro de otra historia que se cruzaba con miles de historias más para formar… ¿el qué? La historia del mundo, quizá, se dijo.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Incluso las personajes heridas, incluso las destrozadas, encontraban la manera de mantenerse enteras. Había que seguir adelante. Esto era todo. seguir adelante.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Érase una vez: ninguna vida es demasiado humilde, ningún suceso es insignificante. Todas las historias son historias de fantasmas. |
En el bosque oscuro de Dale Bailey
Érase una vez: ninguna vida es demasiado humilde, ningún suceso es insignificante.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Y si el tiempo era una serpiente que se mordía la cola o una rueda que giraba inexorablemente en el eje del destino? ¿Y si lo que fue volvía a ser? ¿y si vivíamos dentro de un cuento que ya estaba escrito?
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Los sueños eran sueños, no presagios. Los presagios solo existían en los cuentos. El viento no hablaba.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
El bosque parecía un ente vivo, un único y grandioso organismo que se extendía libremente por el valle, tan vasto que no podía abarcarse con la mirada, de un tamaño fabuloso, inverosímil, dotado de conciencia y vigilante, y tuvo la impresión de que, de algún modo —¿cómo podía ser?— estaba esperándolos.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
—¿Qué clase de cuento es este? —quiso saber Laura… —No es un cuento feliz —contestó—. Pero pocos cuentos lo son. |
En el bosque oscuro de Dale Bailey
Recordó demasiado tarde las palabras que el Caballero de Hielo le había dicho al final de su propio cuento: «Cuando llegues al final de tu cuento deberás recordar lo que has olvidado». Pero ¿cómo se puede recordar algo que se ha olvidado si se ha olvidado recordarlo?, se preguntó Laura.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Y si el tiempo era una serpiente que se mordía la cola o una rueda que giraba inexorablemente en el eje del destino? ¿Y si lo que fue volvía a ser? ¿Y si vivíamos dentro de un cuento que ya estaba escrito?
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
No pudo evitar recordar a Sherlock Holmes: cuando se descarta lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, tiene que ser la verdad.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
La navaja de Ockham finalmente había desgarrado el tejido de su credulidad.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Cómo se podía culpar a Edipo de sus crímenes, había objetado una vez un estudiante de Charles en clase, si estaba condenado desde el principio?
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
—Así es el mundo, ¿no? Todo tiene unas raíces más profundas de lo que creemos a primera vista. Todo es más grande por dentro de lo que parece por fuera.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Siempre aparecían historias nuevas que se entrelazaban con otras miles. ¿Qué era el mundo sino una gran historia?, se preguntó. Un relato vasto y complejo que no podía desenredarse.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Se sintió más que nunca el niño de un cuento, como si los pájaros se hubieran comido el rastro de migas de pan que había ido dejando a su paso para poder volver a casa.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Se había construido una defensa con mentiras; había levantado una muralla con ellas y ahora no sabía cómo derribarla.
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Gregorio Samsa es un ...