En el bosque oscuro de Dale Bailey
El tiempo era una serpiente que se mordía la cola, la historia giraba en la rueda del destino.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
El tiempo era una serpiente que se mordía la cola, la historia giraba en la rueda del destino.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Recordó demasiado tarde las palabras que el Caballero de Hielo le había dicho al final de su propio cuento: «Cuando llegues al final de tu cuento deberás recordar lo que has olvidado». Pero ¿cómo se puede recordar algo que se ha olvidado si se ha olvidado recordarlo?, se preguntó Laura.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Y si el tiempo era una serpiente que se mordía la cola o una rueda que giraba inexorablemente en el eje del destino? ¿Y si lo que fue volvía a ser? ¿Y si vivíamos dentro de un cuento que ya estaba escrito?
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
No pudo evitar recordar a Sherlock Holmes: cuando se descarta lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, tiene que ser la verdad.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
La navaja de Ockham finalmente había desgarrado el tejido de su credulidad.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Cómo se podía culpar a Edipo de sus crímenes, había objetado una vez un estudiante de Charles en clase, si estaba condenado desde el principio?
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
—Así es el mundo, ¿no? Todo tiene unas raíces más profundas de lo que creemos a primera vista. Todo es más grande por dentro de lo que parece por fuera.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Siempre aparecían historias nuevas que se entrelazaban con otras miles. ¿Qué era el mundo sino una gran historia?, se preguntó. Un relato vasto y complejo que no podía desenredarse.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Se sintió más que nunca el niño de un cuento, como si los pájaros se hubieran comido el rastro de migas de pan que había ido dejando a su paso para poder volver a casa.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Los sueños eran sueños, no presagios. Los presagios solo existían en los cuentos. El viento no hablaba.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Se había construido una defensa con mentiras; había levantado una muralla con ellas y ahora no sabía cómo derribarla.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Estar preparada significaría pasar página, dejar que Lissa por fin quedara almacenada en mi memoria, que se convirtiera en una etapa pasada de mi vida y dejara de ser mi vida entera. Estar preparada sería lo mismo que traicionar mi amor, y ya estoy harta de traiciones.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
No siempre se encuentra lo que se pierde. A veces el bosque te engulle.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Esa era la paradoja del amor: el miedo a perderlo hacía que renunciaras voluntariamente a él. Te autoinfligías la herida que más temías.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
El horror los había separado a Charles y a ella al mismo tiempo que los había unido irrevocablemente; los había atado juntos con nudos de culpa, reproches y dolor que no podían deshacerse todavía (y quizá nunca).
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Quizá las cosas simplemente ocurrían y solo soñábamos las historias que nos contábamos a nosotros mismos.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
Quizá las historias no tenían un principio ni un final. Tal vez se ramificaban eternamente, como los ríos, y partían unos de otros para envolverte durante un breve espacio de tiempo; cada vida era una historia dentro de otra historia que se cruzaba con miles de historias más para formar… ¿el qué? La historia del mundo, quizá, se dijo.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
¿Qué compartía ya con Erin aparte del dolor y los reproches? Eran el uno para el otro el recuerdo permanente y devastador de todo lo que habían perdido.
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En el bosque oscuro de Dale Bailey
—Tiene que descubrir qué ha perdido para poder escapar —dijo Charles. —Pero nunca lo descubre, ¿no? ¿Quién de nosotros es tan afortunado para hacerlo? Ese libro es como la vida misma. Por eso me gusta. |
Los nombres de personajes en un libro aparecen: