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La corte de los espejos de Concepción Perea
Para eso se trazaron los caminos, para que deambulemos por ellos hasta saber quiénes somos.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Para eso se trazaron los caminos, para que deambulemos por ellos hasta saber quiénes somos.
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La última primavera de Concepción Perea
-¿Qué clase de amor sería el nuestro? Uno sin sexo, sin futuro, ni autentica pasión. Las vidas de los sidhe son largas, pero tú vivirás aún muchos lustros después de que yo entre en la tierra. El amor es una enfermedad, que solo se cura amando, es a la vez, veneno y antídoto. No quiero tú la sufras. Eres de piedra, si puedes elegir vivir sin corazón, es mejor que no lo tengas.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
-¡Dujal! -rubió- ¡Escoria felina! ¡Hijo de mala gata! ¡Desdichado desecho de hada! ¡Lo sabía, tenía que ser él, miserable montón de estiércol! Voy a librar al mundo de su descendencia ¡Esta vez se lo ha buscado!
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La corte de los espejos de Concepción Perea
El phoka sintió que sus músculos se volvían de lana mojada. Las piernas no lo sostuvieron, y la esperanza tampoco. Soltó a Nicasia antes de caer de rodillas. Los ojos le quemaban; lloraba alquitrán hirviente. Abrió la boca. La Oscuridad brotó espesa como el cieno de un pantano. Vomitó el alma hasta los huesos. Esta vez la Oscuridad abrasaba la piel, lo envolvía todo, lo ahogaba todo obedeciendo la voluntad de su anfitrión, que sólo deseaba librarse de ella, aquella carga de aflicción que envenenaba y pudría su espíritu. Quería que las sombras lo borraran todo, la muerte, la barbarie, la traición… Quería escupir los recuerdos junto a las tinieblas. Sólo anhelaba que el dolor se marchara. Cada vez le pesaba menos el cuerpo. Se desinflaba como un odre vacío, una cáscara de papel de seda que recubriera un armazón de huesos como alambre. Lo único que quedaba de Dujal era su tristeza y su rabia anegando el túnel, una protesta que no tenía voz ni luz, sólo decepción.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Marsias olía a musgo y a tierra mojada, a animal libre. Su vestimenta, hiciera calor o frío, siempre consistía en dos únicas prendas: un taparrabos enrollado a la cintura, de cuya parte delantera colgaba una pieza de tela que le llegaba a las rodillas y que por atrás estaba abierta para que asomara su cola; y otra prenda aún más sencilla: una eterna y acogedora sonrisa. (...) Cuando Marsias tocaba, el mundo dejaba de existir. Podía hacerte sentir lo que quisiera, podía ponerte a bailar o arrancarte un mar de lágrimas. Sólo tenía que tejer la música adecuada.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Trataba de recordar la imagen lo más fiel posible, el pelo áspero, sucio y apelmazado, grasiento. Sentía que la magia lo modelaba al son de sus ideas; canturreaba para marcar el camino al hechizo. Para Dujal no había diferencia entre la magia y la música.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Todos susurraban la historia de Nanyalín, con miedo la mayoría, con odio los grandes jefes en sus casas de piedra blanca, y con esperanza los esclavos. Pero aquella historia era suya. Ni la humillación ni el desprecio habían podido quitársela. La había empezado él; por cariño, por amor. Ahora debía decidir cómo acabarla.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
En la vida de un hada hay dos días cruciales: su Día del Sol, su nacimiento, en el cual poca elección pueden hacer, y otro más extraño y antiguo, el Día de la Elección, un ritual que define las lealtades de cada hada y las vincula de por vida a un código de conducta. La elección de una Hueste u otra significa elegir entre llevar una vida honorable o ser un canalla. Pero nunca es blanco o negro. Predomina el gris, porque ni la Hueste Estival es siempre un conjunto de honradas criaturas, ni la Hueste Invernal es toda ella una panda de sacatripas.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
A sus espaldas todos decían que para ser la jefa perfecta a Nicasia sólo le faltaba ser muda. Pero Costurina se había acostumbrado a su verbo venenoso y a su mirada, afilada y fría como un filo de escarcha. Quizá Nicasia no fuera convencional, quizá la bondad no fuera una de sus virtudes, pero a su modo sabía ser justa; Costurina no le pedía nada más.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Pensó en el latón de la jarra abandonando su forma vulgar y apagada para convertirse en estrellas plateadas, pequeñas y relucientes. Prometió al metal que todo el mundo admiraría su belleza y que todos olvidarían aquella jarra que emponzoñaba el agua. Pensarían en las auténticas estrellas, y éstas les parecerían más cercanas y más bellas. La magia lo rodeaba como un latir de su sangre y lo envolvía en un torbellino. Yirkash no podía parar de tejer aquel hechizo. La magia, el metal y él estaban enredados en una danza prodigiosa. Las palabras eran la música de su voluntad, ritmo y energía dando forma a la belleza.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Cuando tengas dudas sobre lo que debes hacer, o quieras permanecer tranquilo, rézale al Fuego de tu Corazón y pídele que te revele cuál es la mejor decisión en cada momento. (...) Hay una hoguera dentro de todos nosotros; a veces, nos lleva por caminos equivocados; pero cuando sabes controlarla, la luz de las llamas te sirve de guía. El fuego es así: salvaje. Destruye, pero si lo amansas estará a tu favor.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
A veces, pensaba que la ciudad no se llamaba «la Corte de los Espejos» por sus tejados relucientes al sol, sino por todos los engaños que escondía.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Su corazón era tierra sin esperanza y se iría marchitando poco a poco como los árboles viejos, que mueren de pie sin que nadie se ocupe por ellos.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
..., porque los brazos que yacían en el suelo no guardaban ningún calor, no recordaban cómo abrazar. Aquellos labios blancos antes habían tenido el color suave de los besos cariñosos y habían guardado una voz amable.
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La corte de los espejos de Concepción Perea
—Yo no soy un goblin —le recordó la ingeniera. —Tampoco eres una knocker… —Solo soy yo. Nicasia. Eso no debería ser un problema. —Nicasia, para muchos tú eres un problema andante. —Dujal decidió dejar el tema al ver la manera en que Nicasia fruncía el ceño—. ¿Tu hermano es digno de confianza? |
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La corte de los espejos de Concepción Perea
—¿El fuego de mi corazón? No pensé que tuviera fuego en el corazón. —Hay una hoguera dentro de todos nosotros; a veces, nos lleva por caminos equivocados; pero cuando sabes controlarla, la luz de las llamas te sirve de guía. El fuego es así: salvaje. Destruye, pero si lo amansas estará a tu favor. |
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La corte de los espejos de Concepción Perea
Con la respiración alterada, el gato susurro las dos palabras que la sátira le había impedido decir antes. Él, que presumía de ser mentiroso por vocación, dijo una verdad enorme, de esas que solo se dicen una vez
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La corte de los espejos de Concepción Perea
No había palabras ni lágrimas para acallar la pena que inundaba su cabeza
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La corte de los espejos de Concepción Perea
El odio bien enfocado puede causar mucho daño;solo hay que saber usarlo del modo apropiado
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Gregorio Samsa es un ...