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La corte de los espejos de Concepción Perea
Todos susurraban la historia de Nanyalín, con miedo la mayoría, con odio los grandes jefes en sus casas de piedra blanca, y con esperanza los esclavos. Pero aquella historia era suya. Ni la humillación ni el desprecio habían podido quitársela. La había empezado él; por cariño, por amor. Ahora debía decidir cómo acabarla.
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