![]() |
La corte de los espejos de Concepción Perea
A sus espaldas todos decían que para ser la jefa perfecta a Nicasia sólo le faltaba ser muda. Pero Costurina se había acostumbrado a su verbo venenoso y a su mirada, afilada y fría como un filo de escarcha. Quizá Nicasia no fuera convencional, quizá la bondad no fuera una de sus virtudes, pero a su modo sabía ser justa; Costurina no le pedía nada más.
|