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La corte de los espejos de Concepción Perea
Pensó en el latón de la jarra abandonando su forma vulgar y apagada para convertirse en estrellas plateadas, pequeñas y relucientes. Prometió al metal que todo el mundo admiraría su belleza y que todos olvidarían aquella jarra que emponzoñaba el agua. Pensarían en las auténticas estrellas, y éstas les parecerían más cercanas y más bellas. La magia lo rodeaba como un latir de su sangre y lo envolvía en un torbellino. Yirkash no podía parar de tejer aquel hechizo. La magia, el metal y él estaban enredados en una danza prodigiosa. Las palabras eran la música de su voluntad, ritmo y energía dando forma a la belleza.
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