Embassytown: La Ciudad Embajada de China Miéville
Una mentira era una representación, y un símil era retórica: la síntesis de esas dos cosas, sin embargo, el primer paso hacia convertirse en otro tropo muy diferente, era sedición.
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Embassytown: La Ciudad Embajada de China Miéville
Una mentira era una representación, y un símil era retórica: la síntesis de esas dos cosas, sin embargo, el primer paso hacia convertirse en otro tropo muy diferente, era sedición.
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Embassytown: La Ciudad Embajada de China Miéville
Bienvenidos a la Ciudad Embajada, la frontera. Sé que las historias no tardarán en propagarse. Soy inmersora: ya las he oído. Dirán que más allá de las costas de nuestro planeta, lejos en el ínmer, hay paraísos míticos, naves abandonadas perdidas mucho tiempo ha, Tierra, Dios. De acuerdo.
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Kraken de China Miéville
¿Por qué no iban a ser los dioses del mundo calamares gigantes? ¿Hay un animal mejor? No costaría mucho imaginar esos tentáculos cerrándose alrededor del mundo ¿no es cierto?
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Embassytown: La Ciudad Embajada de China Miéville
Queremos decidir qué oímos, cómo vivimos, qué decimos, qué hablamos, qué significamos, qué obedecemos. Queremos el Idioma para utilizarlo.
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Embassytown: La Ciudad Embajada de China Miéville
Más allá de nosotros no hay nada registrado. Vivimos al final de la luz.
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Buscando a Jake y otros relatos de China Miéville
Lo intentaré. Haré lo imposible. Porque la alternativa es insostenible
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Buscando a Jake y otros relatos de China Miéville
Hay tres maneras de evitar ver lo que no se quiere ver. Una es la de los cobardes y duele cojones. Otra es cerrar los ojos para siempre, que viene a ser la misma que la primera. La tercera es la más difícil y la mejor: tienes que asegurarte de que tan solo se te manifieste lo que puedes permitirte ver
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Un Lun Dun de China Miéville
-¡Qué? -inquirió Zanna, mientras tiraba de Deeba para que avanzase. -Nada -respondió Deeba-. Tengo la sensación de que alguien nos observa. Te observa, pensó, y miró a su amiga. |
La ciudad y la ciudad de China Miéville
Muy interesante El ritmo cayó a la mitad del libro y sentía que no avanzaba, sin embargo mejoró muchísimo las últimas 100 páginas las devoré, la historia se vuelve muy emocionante y la intriga se mantiene desde el principio al fin. El autor maneja bien las vueltas de la trama, justo cuando creemos que hay una certeza resulta que la verdad es algo muy distinto. La ambientación en las dos ciudades es algo bastante extraño entender como funciona, pero es fascinante al tiempo. Espero leer más del autor, y conocer mas de su prosa porque en este libro al ser narrado en primera persona, sentí que no se explota tanto. Hay pocas descripciones y lo que cuenta lo hace de una forma muy precisa, sin espacio a párrafos extravagantes o algo así, todo está concentrado en exactamente lo que pasa |
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