Las flores del mal de Charles Baudelaire
Si el estupro, el veneno, el incendio, el puñal, no han bordado hasta ahora dibujos a capricho en este cañamazo que destino llamamos es, ¡ay! porque no somos lo bastante atrevidos. |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
Si el estupro, el veneno, el incendio, el puñal, no han bordado hasta ahora dibujos a capricho en este cañamazo que destino llamamos es, ¡ay! porque no somos lo bastante atrevidos. |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
La noche es quien serena las almas devoradas por indecible pena, al sabio que se obstina inclinando su pecho, y al obrero cansado que va buscando el lecho. |
Charles Baudelaire
Semper eadem ¿De dónde te ha venido-dices-esa tristeza Que sube como el mar por playa aridecida? -si el corazón ya hizo su vendimia La vida es un mal. Todo el mundo lo sabe con certeza Es una pena simple Muy poco misteriosa Visible para todos Como lo es tu alegría. No me preguntes más Oh mi bella curiosa Y Aunque tu voz sea duo Cállate Amada mía. ¡Cállate Alma encantada Alma siempre encendida! ¡Boca de risa fresca! Más aún que la vida La muerte nos sujeta con sutiles marañas. ¡Déja a mi corazón Embriagado de engaño Sumergirse en tus ojos como en un sueño extraño Y dormir a la sombra de tus largas pestañas! |
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Las flores del mal de Charles Baudelaire
En las láminas de anatomía Que yacen en estos muelles polvorientos, Donde tanto libro cadavérico Duerme como una antigua momia, Dibujos a los cuales la gravedad Y el saber de un viejo artista, Por más que el tema sea triste, Han comunicado la Belleza, Se ven, lo que hace más completos Esos misteriosos horrores, Cavando como labradores, Desollados y Esqueletos. |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
Tres mil seiscientas veces por hora, el Segundero Murmura: ¡Recuerda! —Rápido, con su voz De insecto, Ahora dice: ¡Yo soy Antaño, Y yo he bombeado tu vida con mi trompa inmunda! |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
Hay fuertes perfumes para los que toda materia Es porosa. Se diría que penetran el vaso. Al abrir un cofrecillo llegado del Oriente Cuya cerradura rechina y se resiste chirriando, O bien en una casa desierta en algún armario Lleno del acre olor del tiempo, polvoriento y negro, A veces encontramos un viejo frasco que se recuerda Del que surge vivísima un alma que resucita. |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
Tus ojos, en los que no se revela Nada dulce ni amargo, Son dos joyas frías en las que se mezcla El oro con el hierro. |
Las flores del mal de Charles Baudelaire
La Natura es un templo donde vividos pilares Dejan, a veces, brotar confusas palabras; El hombre pasa a través de bosques de símbolos que lo observan con miradas familiares. Como prolongados ecos que de lejos se confunden En una tenebrosa y profunda unidad, Vasta como la noche y como la claridad, Los perfumes, los colores y los sonidos se responden. Hay perfumes frescos como carnes de niños, Suaves cual los oboes, verdes como las praderas, Y otros, corrompidos, ricos y triunfantes, Que tienen la expansión de cosas infinitas, Como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso, Que cantan los transportes del espíritu y de los sentidos. |
Charles Baudelaire
Mi pobre musa ¡ah! ¿Qué tienes pues esta mañana? Tus ojos vacíos están colmados de visiones nocturnas. Y veo una y otra vez reflejados sobre tu tez la locura y el horror fríos y taciturnos. |
El Spleen de París de Charles Baudelaire
¡Qué belleza! Pero a esta casa sólo pueden entrar gentes que no son como nosotros.
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Gregorio Samsa es un ...