Blas Ruiz Grau

Por tu seguridad y la de otros, no puedo revelar qué pasó, pero sí puedes averiguar por ti mismo la verdad. Yo, cuando estaba desesperado, siempre miraba a Dios. Y, por favor, no confíes en nadie.

Ya está bien de ir de víctima por el universo y empieza a asumir que hay más gente que no seas tú.

«Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada».

La falta de control era propia de locos, de lunáticos, y él no lo era. Él perseguía un fin. Obraba en pos de unos motivos. Sus actos estaban justificados. No estaba loco.

Era el primer contacto que tenía con la pluma de Blas. Solo puedo deciros que me ha encantado.
Necesitaba que se resolviera el misterio que os voy a contar ahora por encima sin spoilers. Sabéis que odio los spoilers y más aún si piensas leer este thriller.

Este libro es el primero de una trilogía. Pero antes de leer el segundo que es No robarás, se recomienda leer LA verdad os hará libres y la profecia de los pecadores. ¿Os gustaría que os contara un poquito sobre estos libros? Dejo la encuentra en mis stories y en los comentarios podeis comentarme si os gustara ver ambos libros por aquí. El segundo libro os lo muestro a continuación

Quedan algunos cabos sueltos que se resolverán en el segundo libro. Estoy segura de ello.
Era el primer libro que tenía el placer de leer del autor y puedo deciros que para ser el primero, me ha impresionado. No porque las escenas sean fuertes, sino porque me sorprende el gran trabajo que hizo a la hora de documentarse.

Cuando acabé este libro, además de proponerle una entrevista, de la cual, aceptó de manera muy amable, tuve que preguntarle una duda, una curiosidad que me rondaba por la cabeza cuando llegué al culmen de la historia.

El primer capítulo comienza con mucha fuerza. Básicamente nos relata los pasos que da una persona que va a suicidarse.
Mors. Un pueblo donde nunca pasa nada. Un pequeño pueblo donde sucede todo.

No era un don nadie, un cualquiera que realizaba sus actos de manera rudimentaria. No. Él era mucho más que eso. Él era la muerte en persona. O, como lo conocían: el Mutilador de Mors.

Lo cierto es que ahora se sentía más seguro que hacía unos días. ¿La razón? Que había aceptado
que ese ego formaba parte de su ser. Quizá sonara redundante, pero comprender que esa necesidad de demostrar que estaba un punto por encima de su peor enemigo era inamovible y siempre estaría ahí, hacía que sus pasos fueran más firmes. Era inútil luchar contra eso, ya que nunca podría desprenderse de él.

El miedo seguirá con usted. Le pido, además, que no lo pierda nunca porque le hará siempre andar con cautela y no tomar decisiones precipitadas. En casos como este es necesario. Enfréntese a él con su miedo. Con suerte, el asesino no lo tendrá y esto será lo que le haga cometer un error.

Lo mejor de todo es que algunos podrían pensar que había sido algo improvisado en el último momento, que lo llamarían "casualidad". Pero él no dejaba nada en manos del destino: no creía en la suerte y jamás se encomendaría a ella. Todo estaba bien definido, hasta el último detalle.

Al igual que la otra vez, sigue con un plan establecido, con unas pautas muy marcadas. Me jode tener que decirlo, pero parece que actúa así porque no tiene más remedio que hacerlo. Como si fuera un designio que debe cumplir y punto.