Poeta chileno de Alejandro Zambra
si tuviera que explicarlo honestamente, diría que su trabajo consiste en intentar comprender el mundo a través de los poemas que escribieron otros.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
si tuviera que explicarlo honestamente, diría que su trabajo consiste en intentar comprender el mundo a través de los poemas que escribieron otros.
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Formas de volver a casa de Alejandro Zambra
Sabía poco, pero al menos sabía eso: que nadie habla por los demás. Que aunque queramos contar historias ajenas terminamos siempre contando la historia propia.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
""Dicen que eso es la felicidad: nunca sentir que sería mejor estar en otra parte, nunca sentir que sería mejor ser alguien más. Otra persona. Alguien más joven, más viejo. Alguien mejor.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Revisó las carpetas donde amontonaba sus poemas y los releyó atropelladamente, intentando verlos con distancia, a través de los ojos de Carla o de un eventual desconocido. Pensó que no eran malos, o más bien que sería difícil decidir si eran buenos o malos, y eso quizás significaba que eran más buenos que malos. También pensó que no eran malos pero si innecesarios. No parecía que el mundo necesitara sus poemas.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Quería escribir los poemas que nadie antes había escrito, pero en ese momento pensó que nadie los había escrito porque escribirlos no valía la pena.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Entonces, traicionando absolutamente todas sus convicciones, fingió que leía tres poemas propios que en realidad eran poemas de Emily Dickinson, traducidos por Silvina Ocampo, que sabía de memoria. Carla reaccionó de inmediato. Los encontró raros, le gustaron. -Léeme más. |
Poeta chileno de Alejandro Zambra
¡""Me leía un soneto de Shakespeare todas las mañanas con el café!
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Ninguna palabra española terminada con el sufijo astro significaba o podía significar más que desprecio o ilegitimidad. El calamitoso sufijo astro -forma sustantivos con significado despectivo- decía la RAE: musicastro, politicastro. La misma fuente definía la palabra poetastro como -mal poeta-. -¿A qué se dedica tu padrastro? -Mi padrastro es un poetastro -imaginó a Vicente respondiendo a eso. |
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Pero hay que usar las palabras. Aunque no nos gusten. La palabra padrastro suena fea, pero es la palabra que tenemos. Hay otras lenguas donde la palabra es más bonita.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Fue así como, mucho antes de aficionarse a la poesía y convertirse en un lector voraz, Vicente se volvió un acumulador de libros. Apenas tenía algo de plata iba al Persa Bío-Bío y compraba libros como si fueran manzanas o sandías, aunque la comparación no es buena...
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Por la tarde entrevista a Carmen Frías, una mujer de sesenta años que se describe a sí misma como poeta-sanadora. La conversación tiene lugar en un pequeño taller en Bellavista que ella llama mi consulta, donde no hay sofás ni nada parecido, sino numerosos cojines bordados con palabras sanadoras. Pru se sienta en la palabra «pespunte» y como está un poco incómoda agrega un cojín con la palabra «heredad».
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Aunque todas las bibliotecas personales, como todas las personas, miradas de cerca resultan muy extrañas, esa primera versión de la biblioteca de Vicente era especialmente desconcertante, porque junto a Millán y Dickinson comparecían novelas de fantasía como Luces del norte o El catalejo lacado o Un mago de Terramar, ejemplares de Selecciones del Reader’s Digest, Estadio, Rocktop, APSI, TV Grama, Fibra, Vanidades, La Bicicleta, Condorito, Barrabases y National Geographic, novelas de Hernán Rivera Letelier, Salman Rushdie, Agatha Christie y Lawrence Durrell, sesudos y aburridos manuales de Derecho, ensayos de Paul Johnson y Francis Fukuyama, y unos cuantos volúmenes de autoayuda, en una gama que iba desde bestsellers como Todo está en ti y Creer en lo imposible antes del desayuno hasta Shakespeare para managers y Me toco y me voy. Era difícil imaginarse los intereses del dueño de esa biblioteca, que parecía más bien una de esas eclécticas colecciones que surgen como por generación espontánea en las casas de playa o en los hoteles o en los basurales.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Fingió que leía «Kamasutra», que era su poema favorito de Millán: Persistirá la cicatriz de la vacuna y el lunar del cuello y de la axila. Persistirán las marcas de tirantes tras los pechos y en la piel de la cintura, bajo el ombligo. Mas no la medialuna, el bocado del jabalí, la nube rota, la garra del tigre, el coral y la joya. Las amorosas huellas debidas al arte de mis dientes y mis uñas. |
Poeta chileno de Alejandro Zambra
A Gonzalo no le quedó más remedio que apostarlo todo a la poesía: se encerró en su pieza y en tan solo cinco días se despachó cuarenta y dos sonetos, movido por la nerudiana esperanza de llegar a escribir algo tan extraordinariamente persuasivo que Carla ya no pudiera seguir rechazándolo. Por momentos olvidaba la tristeza; al menos por unos minutos primaba el ejercicio intelectual de arreglar un verso cojo o de atinarle a una rima. Pero a la alegría de una imagen a su juicio lograda le sucedía de inmediato la amargura del presente.
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Poeta chileno de Alejandro Zambra
Al final igual elige tres libros muy baratos de poetas que tienen quince o veinte años más que él, y que si fueran futbolistas en lugar de poetas serían considerados futbolistas acabados, ya al borde del retiro, pero como son poetas todo el mundo los sigue llamando poetas jóvenes, porque el ejercicio de la poesía no da dinero pero prolonga notablemente la juventud.
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Bonsái de Alejandro Zambra
Al final ella muere y él se queda solo, aunque en realidad, él se había quedado solo muchos años antes de la muerte de ella
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Bonsái de Alejandro Zambra
Pero aquella noche, ambos descubrieron las afinidades emotivas, que con un poco de voluntad, cualquier pareja es capaz de descubrir.
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Bonsái de Alejandro Zambra
Cuando Julio se enamoró de Emilia toda diversión y todo sufrimiento previos a la diversión y al sufrimiento que le deparaba Emilia pasaron a ser simples remedos de la diversión y del sufrimiento verdaderos.
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Bonsái de Alejandro Zambra
En la historia de Emilia y Julio,en todo caso, hay mas omisiones que mentiras, y menos omisiones que verdades, verdades de esas que se llaman absolutas y que suelen ser incómodas.
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¿Quién escribió la saga?