La mala costumbre de Alana S. Portero
Entendí que esas jorobitas de silicona mal puestas que le brotaban de la cara eran los restos que le había dejado la búsqueda de la belleza, que en su día ella la habría ansiado como la ansiaba yo, con la misma sed y la misma desesperación. Ser como ella no era una maldición, era un don. Llevar aquellas plegarias de tejido cicatricial tan visibles significaba haber aspirado a rozar lo sublime
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