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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
Los idiotas están por todos lados. Camuflados detrás de su aspecto inofensivo, sobreviven, se alimentan y crecen gracias a la oportunidad que les concedemos de meterse en nuestra vida, de extenderse por ella, de taparla, arruinarla y contaminarla igual que lo haría una mancha de aceite en medio del océano
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Calificación promedio: /5 (sobre 57 calificaciones)
Nacionalidad: España
Nacido(a) en: Ourense , 1969
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Nacido(a) en: Ourense , 1969
Biografía: :
Nació en el seno de una familia trabajadora, estudió derecho en la Facultad de Santiago de Compostela, estudios que abandonó en su cuarto año coincidiendo con el nacimiento de su hijo, entrando en esos momentos en contacto con el mundo editorial del que formó parte en el ámbito comercial hasta que en el año 2002 se incorpora al cuerpo de funcionarios de la Xunta de Galicia al cual sigue perteneciendo en la actualidad. El año 2012 le dió varias alegrías literarias pues con la publicación de su primera novela policíaca "Muerte sin resurrección" que estuvo situada varios meses entre los primeros puestos de Amazon, le permitió aventurarse a publicarla en formato papel.
Nació en el seno de una familia trabajadora, estudió derecho en la Facultad de Santiago de Compostela, estudios que abandonó en su cuarto año coincidiendo con el nacimiento de su hijo, entrando en esos momentos en contacto con el mundo editorial del que formó parte en el ámbito comercial hasta que en el año 2002 se incorpora al cuerpo de funcionarios de la Xunta de Galicia al cual sigue perteneciendo en la actualidad. El año 2012 le dió varias alegrías literarias pues con la publicación de su primera novela policíaca "Muerte sin resurrección" que estuvo situada varios meses entre los primeros puestos de Amazon, le permitió aventurarse a publicarla en formato papel.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
A lo largo de nuestra existencia, nos acostumbramos a lo que el destino nos concede. Nos amoldamos a las situaciones, sean mejores o peores, y dejamos pasar el tiempo sin pensar mucho en cómo es nuestra vida. Pero un día las circunstancias cambian. Y cuando lo hacen, nos encogemos de hombros y acabamos dando por normal la nueva situación antes de que podamos reaccionar.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
Los idiotas están por todos los lados. Camuflados detrás de su aspecto inofensivo, sobreviven, se alimentan y crecen gracias a la oportunidad que les concedemos de meterse en nuestra vida, de extenderse por ella, de taparla, arruinarla y contaminarla igual que lo haría una mancha de aceite rn el medio del océano.
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Muerte sin resurrección de Roberto Martínez Guzmán
Una vez que aquella mujer desapareció por completo de su reducido campo de visión, no pudo evitar santiguarse con rapidez, de un modo compulsivo, como si acabara de ver al mismísimo diablo. Un diablo real, de carne y hueso, y que incluso le había dicho su nombre: Emma.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
Nunca vas a conseguir que un idiota abandone su condición o regrese sobre sus pasos en el tortuoso sendero de la violencia gratuita y despiadada una vez que la han saboreado.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
La gente puede pensar que un minuto es una fracción de tiempo casi inapreciable, pero cuando el dolor se enquista dentro, un minuto puede llegar a resultar eterno. Y yo había empezado a apreciarlo.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
Dos maneras distintas de sufrir e igual de intensas, ya que el dolor no tiene definición concreta. Es impasible y quiere ser correspondido, atendido en exclusiva y hasta mimado.
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Roberto Martínez Guzmán
En esta mierda de mundo, matar a una persona te convierte en un asesino, matar a dos o tres, en un loco, pero cuando te cargas a muchas,adquieres la categoría de celebridad.
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La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
El pragmatismo siempre vence a la suerte, la cruda realidad a los idiotas sin méritos, pero estaba seguro de que aquella victoria me había desgastado por dentro como pocas cosas en mi vida. Supuse que, en cuanto acabara todo, volvería a mi ático para ordenar ideas en compañía de Edward. El problema radicaba en que la mochila a acomodar en mi espalda vital después de eso, iba a resultar mucho más pesada que la que había traído de Madrid a mi llegada a Mondariz.
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Café y cigarrillos para un funeral de Roberto Martínez Guzmán
El odio mata por venganza, no lo anuncia, aunque puede dilatar el sufrimiento. En el desamor existe la esperanza de que cambie la situación y solo mata en un arrebato, cuando esa esperanza ya se ha hecho muy pequeña. Solo el dinero es capaz de hacer urdir planes minuciosos con un final mortal. Y de no ser el dinero, el odio.
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