La suerte de los idiotas de Roberto Martínez Guzmán
El pragmatismo siempre vence a la suerte, la cruda realidad a los idiotas sin méritos, pero estaba seguro de que aquella victoria me había desgastado por dentro como pocas cosas en mi vida. Supuse que, en cuanto acabara todo, volvería a mi ático para ordenar ideas en compañía de Edward. El problema radicaba en que la mochila a acomodar en mi espalda vital después de eso, iba a resultar mucho más pesada que la que había traído de Madrid a mi llegada a Mondariz.
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