|
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Sentiré el roce de sus cenizas cuando caigan sobre las mías?
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
—No deja de ser curioso. Siempre he dicho que Héctor nunca había hecho nada que me ofendiera, pero ahora él no puede decir lo mismo de mí.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
—Sí, pero no es culpa suya. Me olvidé decir que le quiero como compañero.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
La razón de mi exilio no había sido el asesinato, sino mi falta de astucia.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Después hicieron acto de presencia las lágrimas, y se derramaron, y las constelaciones se pusieron a girar sobre nosotros, y la luna empezó a trazar su fatigoso curso.
|
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Entonces júrame otra cosa, prométeme que, pase lo que pase, no abandonarás Troya sin mí.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
No puede matarme. No debe hacerlo. Aquiles acabará con él si lo hace, y él debe vivir siempre, no debe morir jamás, ni siquiera cuando sea viejo, ni siquiera cuando esté tan consumido que la piel se le deslice por los huesos como el arroyo sobre las piedras del fondo
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Mañana. Héctor ha entrado en la ciudad. Mañana, Pelida, mañana podrás matarle. Lo juro. Ahora debes comer y descansar.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
—Apártate de su lado. —Casi he terminado. No se merece yacer en la inmundicia. |
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Quirón. «No renuncies a las cosas con tanta facilidad como hiciste una vez».
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
—Eres una chiquilla estúpida —dijo Tetis. Cada palabra resonó como la hoja de un hacha, aguda y cortante—. Pobre, vulgar, un simple recurso. No te mereces a mi hijo. O te callas o yo me encargaré de que no hables.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
En los cuentos, los dioses tienen el poder de demorar el curso de la luna a su voluntad para que una noche tenga la duración de varias. Así fue aquella noche, había una lluvia de horas que jamás parecía acabar, y nosotros las bebimos con ansia, sedientos después de todas las semanas que habíamos estado separados.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Él navegaría rumbo a Troya y yo le seguiría, incluso hasta la muerte.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Ojalá lo hubiera sabido —le había dicho el primer día cuando me la enseñó—. Estuve a punto de no venir porque no quería dejarla atrás. —Ahora ya sé cómo conseguir que me sigas a todas partes —repuso él con una sonrisa. |
La canción de Aquiles de Madeline Miller
—Lo juro —repliqué, perdido en el intenso arrebol de sus mejillas y el flamear de sus ojos.
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Escucha y no digas nada. Ese ya no es tu nombre. Ya se nos ocurrirá qué hacer. Se lo preguntaremos a Quirón. Aquiles jamás había hablado de ese modo: cada palabra atropellaba a la siguiente de tan deprisa como las pronunciaba. |
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Se alzó en mi interior una certeza que terminó alojándose en mi garganta: «Jamás voy a dejarle. Será así siempre, hasta que él me abandone».
|
La canción de Aquiles de Madeline Miller
Qué había pensado Deidamia que iba a suceder cuando había puesto a bailar a sus mujeres para mí? ¿De verdad pensaba que no iba a reconocer a Aquiles? Me bastaba un simple roce o el olor para identificarle; y si me quedara ciego, podría reconocerle por el modo en que respiraba o en que pisaba el suelo. Le reconocería en el fin del mundo, incluso en la muerte.
|
Gregorio Samsa es un ...