[...] pero la infancia es una cosa armada con materiales tan escasos que a uno no le queda otra que generalizar, asumir que pasaron muchas veces las cosas que una vez le contaron.
|
[...] pero la infancia es una cosa armada con materiales tan escasos que a uno no le queda otra que generalizar, asumir que pasaron muchas veces las cosas que una vez le contaron.
|
Qué aguafiestas éramos, atrincheradas en nuestras razones. Qué duro y acartonado que era todo. Era altísimo el precio por sentir que estábamos salvadas y seguras; en mi caso, quedarme sin adolescencia. Nada de la rebeldía natural que acompaña a esa edad se me permitió ni podía tener lugar en esa vida. Ahora que lo pienso, no sé cómo hacen los niños fundamentalistas para convertirse en adultos, cómo destrozan a los padres y atraviesan ese desierto de confusión y de caos y furia hasta ocupar su lugar. Quizás no lo hacen nunca.
|
Nunca dejé de tener la sensación de que lo único verdadero es lo que uno hace en soledad.
|
Por otra parte, yo no pensaba nada que no me hubieran dado a pensar; era una alquimia habilísima por la cual uno terminaba por estar de acuerdo con todo lo que se le enseñaba y creía que ese estar de acuerdo era pensar con libertad.
|
También entiendo enseguida que ese "no se terminó de formar" describe exactamente la clase de monstruo que me siento; si hay una clase de monstruosidad que tiene que ver conmigo es la de lo amorfo. Me toco incansablemente para ver adónde termino, pero no termino en ningún lado. Quizás por eso, no me extraña tanto que a esa edad de la que no tengo ningún registro haya elegido el orden, así como mi mamá, preocupada por la muerte futura de los hijos, eligió un lugar donde ellos fueran inmortales, indestructibles. La religión es una varita mágica, y la literatura es lo contrario del infierno.
|
Todos los cuentos de iniciación que escriben las chicas se parecen: hay un momento en que se descubre algo desconocido, se intuye que eso tiene que ver con el mal, se reciben como un eco las prohibiciones de los adultos. Las cosas que se hacen a espaldas de otros siempre parecen una transgresión, tal vez son solamente un secreto.
|
Como agua para chocolate