Muerte de una heroína roja )

La habitación parecía desnuda y descuidada, completamente vacía y triste. "Una habitación es como una mujer", pensó, "porque también te posee, y además, tienes que gastarte una fortuna en ella para que te ame".

El punto final de toda una vida, otra más en la historia del pueblo chino: trabajar duro, recibir poco, no quejarse y sufrir mucho.

La justicia era como las bolas de colores en las manos de un mago: cambiaba de tonos y formas a la luz de la política.