Francamente, creo que las expectativas me jugaron mal esta vez.
Es un libro que empieza bien, me pareció curioso que esta vez Vlad Dracul era una mujer, y qué carácter. Si algo caracterizaba a Lada Drawalya era la crueldad e independencia en la que se movía.
De Radu no puedo decir lo mismo ya que me sentía fastidiada en sus narraciones. No se puede tener todo en la vida.
Si bien las cosas iban normales y bastante repetitivas, llegó un momento en el que estaba completamente harta de leer. Tenía que tomarme mis ratos de relajación esporádicos se hicieron constantes, cosa que no ayudaba demasiado.
Es un libro denso, que de tanto intentar ser fiel al relato histórico se volvió tedioso de leer.
Los personajes son inconstantes y sus personalidades son extrañas, cambiaban constantemente y había veces en los que ni siquiera yo los conocía.
No ha sido del todo malo, la ambientación era exquisita y tiene atisbos de la cultura islámica que se nos relatan con maestría y presteza en ese sentido.
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