La pequeña Eve

- Entender un crimen es como hacer un truco de magia -dice el hombre-. Hay que mirar hacia donde no quieren que mires. El mago trata de atraer tu atención hacia aquí. -Me saca otra moneda de detrás de la oreja-, mientras el truco de verdad tiene lugar en otra parte.

La guerra es una bestia hambrienta, hijos míos. Hay que darle de comer niños, y cuando los escupe ya no son los que eran.

No quiero morir, pero no sé cómo vivir. (...) No sé qué es peor: el sufrimiento o el recuerdo de ese sufrimiento. Quizá el recuerdo, porque no termina nunca.

La duda es como la podredumbre. Destruye todo lo que toca.

Resulta que las ciudades son muy sencillas. Izquierda, derecha, izquierda, todo recto. Izquierda otra vez. Ojalá hubiera indicaciones así para la vida.

Cuánto anhelé la libertad. Y ahora la tengo y no sirve de nada. Es como querer un gatito y conseguir su cadáver.

Mi corazón es un pasillo oscuro flanqueado por hileras de tarros relucientes.

La familia es poderosa. El tío hace bien en tenerle miedo.

Mi corazón es un pasillo oscuro flanqueado por hileras de tarros relucientes. Cada uno tiene algo flotando dentro. El pasado, conservado como un espíritu. Ahí está el olor de la hierba y el mar, ahí el traqueteo de las ruedas por un sendero irregular; ahí el pico intenso de una gaviota.

El tío dice que ya no nos hacen falta libros. La verdad y el conocimiento están en el océano. Pero ¿no se puede encontrar la verdad en dos lugares diferentes a la vez?