No hay escape a las bifurcaciones. Mundos se abren y se cierran ante nuestros ojos. Morimos un poco tras cada elección.
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No hay escape a las bifurcaciones. Mundos se abren y se cierran ante nuestros ojos. Morimos un poco tras cada elección.
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Entre los rotos nos reconocemos fácilmente. Nos atraemos y repelemos en igual medida. Conformamos un gremio triste y derrotado. Somos la aldea que se fundó junto al volcán, la ciudad que se alzó sobre terreno inestable. Todos los días son el día del gran terremoto.
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De las máximas ironías de mi vida es que papá me hacía sentir protegida, cuando él mismo era la causa de mi indefensión.
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Solamente quien ha vivido con una persona silenciosa entiende de qué manera el silencio puede llenar los espacios, apropiarse de ellos. El silencio de mi hermano invadía todo. Nos dejaba a los demás sin posibilidad de movimiento. El silencio es un vacío, pero pesa. Es la neblina que cubre el mundo. Empaña la vista. Ahoga. Es un cansancio compartido y transmisible. La falsa calma que precede a la masacre. Las horas en silencio transcurren más lento. El silencio es un juego de ajedrez en el que ambas partes han olvidado que es su turno. Nadie hablará primero, y se quedarán ahí hasta el fin de los tiempos. |
La culpa es una enfermedad de tratamiento complicado. Mal atendida, empeora con el tiempo. Se alimenta de otras emociones, las cuales metaboliza para su propio beneficio. Rencor. Tristeza. Alegría. Miedo. Aperitivos para esa inmensa culpa primigenia que amanece más fuerte cada día. Se aprende a vivir con la culpa. Huésped indeseado que ha incendiado todas las salidas. Culpa: acción u omisión. Consecuencia. Hacer algo a veces me ha llevado al mismo resultado que no hacer nada. |
No hay primeras veces. Tan sólo la repetición infinita del mismo episodio incomprensible. Con lágrimas no se forman ríos, sino pantanos.
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Para mí, y esto no es algo que haya cambiado con el tiempo, cualquier persona que se interesara remotamente en mi existencia era considerado un amigo.
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No sé crear, pero puedo destruir.
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Entre los rotos nos reconocemos fácilmente. Nos atraemos y repelemos en igual medida.
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El silencio es un vacío pero pesa. Es la neblina que cubre el mundo. Empaña la vista. Ahoga. Es un cansancio compartido y transmisible. La falsa calma que precede a una masacre.
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Como agua para chocolate