No sé si se puede llamar ‹‹esperanza›› a esta forma mía de aferrarme al tiempo, como si pudiera frenarlo.
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No sé si se puede llamar ‹‹esperanza›› a esta forma mía de aferrarme al tiempo, como si pudiera frenarlo.
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El recuerdo no es más que un solo momento de lucidez, grabado incidentalmente por la mente, rodeado de muchos otros desenfocados.
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Otra vez parece jugar al destino con las cartas de la vida y la muerte, del amor y del odio, tan despiadado como solo sabe serlo aquel que tiene la eternidad por delante.
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No recordaba quién había dicho una frase que en los últimos tiempos no lo abandonaba: hay una madre cada vez que acoge una vida indefensa.
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A veces, hacer lo correcto es un acto que requiere frialdad, para el que hay que despojarse del ímpetu y revestirse de lejanía.
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Ella era así. Podría llegar a ser brutal solo para comprender hasta donde podía llegar una persona arrastrada por la rabia. Ponía a prueba, sondeaba con puñaladas fulminantes porque sabía perfectamente, más que cualquier otra persona que Massimo conociera, que el ser humano finge todos los días de su vida: por un mecanismo de defensa, por pereza, por costumbre, por convención, en su beneficio. Simplemente para sobrevivir.
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-No le pongas límites que ella no siente que tiene. No le hagas ese feo. Me apuesto lo que quieras a que ha habido muchos que ya se lo han hecho, y ella está aquí. Se las ha apañado para dejarlos atrás. Es más fuerte de lo que piensas y si eres incapaz de entenderlo, el problema es tuyo.
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Mujeres víctimas de malos tratos y abusos, a las que se deja solas y se condena. Mujeres que no habían reconocido el mal, porque estaba justo a su lado. Es difícil enfocar bien y desenmascararlo, cuando tiene el rostro de quien debería cuidar de ti.
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El amor que se convierte en drama se celebra con excesiva frecuencia. Pero siempre eran las mujeres las que morían.
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A aquel hombre lo recorría una violencia silenciosa.
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10 negritos