Princesa de Agua: Crónicas de Ildril I

Sabía que me estaban intentando comprar con un dormitorio grande y decorado a mi gusto. Eso no iba a hacer que Gañanlandia me gustara más, pero no tenía por qué no aprovecharme de ello.

—Es vuestro día, alteza. Todo Ildril tendrá los ojos puestos en vos. Tenéis que brillar.

Estoy cansada de estar despierta

Solo habían pasado cuatro días desde que me había despertado en Hydra y ya me estaba cansando de ser princesa. Menos mal que tenía a Faygorn.

De pequeña soñaba con ser una princesa. Vivir en un palacio lleno de sirvientes que me hicieran la cama y tener un montonazo de zapatos y de vestidos súper bonitos. Igual que en el final de las pelis de Disney.

Era oficial: Faygorn era mucho más divertido y simpático que Madiel. Y, de momento, me caía mejor.

—Supongo que hay veces que te enamoras así, de repente. Sin buscarlo. Sin querer —dijo, apartando la mirada. Se concentró en toquetear el nudo del pañuelo rojo y blanco de su muñeca—. A veces conoces a alguien desde hace tiempo, pero un día te sonríe y entonces la ves de verdad. Y te das cuenta de que ya no puedes dejar de pensar en esa persona y de las ganas que tienes de estar a todas horas con ella y de hacerla reír para ver su sonrisa otra vez.

Una amiga de verdad no se liaba con el ex de otra.

Mi relación con mi hermano no podíamos decir que fuese buena. Digamos que nos tolerábamos mutuamente.

ya hemos llegado a la Castilla profunda