Cornelia de Gades

Cuéntame, oh musa, la historia del hombre de los muchos senderos que anduvo errando mucho tiempo después de leer Cornelia de Gades.

Júrame por Júpiter, Zeus, Minerva, Atenea o Shakira, que en esta ensalada de dioses, solo la despechada es cosa mía, y que Tazón siempre tuvo en su ánimo no confundirme. Pues así creo, que estos malditos romanos, rezaban a todo Cristo, según les viniera el aire.

Sin embargo, en la odisea que me ha supuesto esta lectura, siempre he tenido la sensación de que me estaban dando Casio por Rolex.

Prometo, por los caballos de mi Twingo (que no son muchos) tratar de explicarme antes de que mi razón deje de latir, si es que alguna vez lo hizo.

El título de la novela induce a adentrarnos en la vida, obra y milagros de quien menciona, Cornelia de Gades. Adelanto que, a buen seguro, se le habría podido hacer mejor homenaje.

Dividido en dos partes, el relato comienza con las memorias de Lucio Cornelio Balbo "Maior" Hombre de negocios, cercano en origen a Pompeyo y más tarde, presunto ideólogo de las políticas de César.

Aquí es donde empiezan mis riñas pues según el autor, el gran Julio, no sabía hacer la o con un canuto. Las batallas las ganaron otros por él, sus apetencias sexuales eran bien distintas y su única virtud fue la simpatía.

Superado el cortocircuito, el libro navega por los grandes logros de este insigne varón, como fue alcanzar el consulado, forjar el triunvirato con Craso y Pompeyo para alzarse con el poder de Roma.

Si bien esta parte es densa como lodo gran reserva e históricamente cuestionable es, sin duda la más amena del libro.

180 páginas después le toca el turno a nuestra protagonista. La sobrina nieta de Balbo Maior.

Cornelia es retratada justo en el ocaso de su vida. En una edad donde las tinieblas ya se han apoderado de su juicio y la locura es dueña de su voluntad.

Aunque no niego que hay partes sublimes, hubiera preferido que las obras de esta gran constructora no quedaran en pequeñas referencias literarias aquí y allá y el enfoque del personaje fuera distinto.

Creo que Cornelia dio mucho más de sí que la imagen de una matrona devorada por sus sombras puesta en evidencia continuamente por la distorsión que le provoca su enfermedad mental.
Siento que me faltó mucha, muchísima Cornelia.

La prosa de Javier Tazón es otro cantar. Exquisita. Con pasajes que tan solo están al alcance de los dioses. Lo poco que nos da de nuestra heroína, lo hace de una forma magistral.

Cádiz (Gades) también queda postergada a un indigno segundo plano. Algo tacaño para mi gusto con esta ciudad.

Novela donde lo histórico es en muchas ocasiones "alternativo" y con un enfoque que particularmente no es de mi agrado.
Un desengaño.

Eso sí, con una pluma mágica.