Bueno, aquí estamos

Es bastante difícil (por no decir improbable) que nuestro primer amor sea el mismo con el que acabamos nuestros días, al que agarramos de la mano para que su salto al otro lado sea menos traumático. Por el camino vamos dejando atrás todo aquello que nos enamoró de esa persona, tratando de olvidar que lo quisimos, que quizá nos quiso, que aquello dolió. Pero es difícil olvidarlo cuando ese primer amor te llevó directa hasta el amor de tu vida. Es casi imposible olvidar la magia, el espectáculo, las palabras no pronunciadas, los tropiezos, el adiós. Es inevitable recordar que fuiste el vértice de un extraño triángulo que otorgó a cada uno lo que pudo; un triángulo que un día se disolvió como se disuelven los aplausos al final de la función.
La vida está llena de nuevos comienzos.
El show debe continuar.