La vida se parece a la enfermedad, porque avanza por crisis y lisis y tiene mejorías y empeoramientos diarios. A diferencia de las demás enfermedades, la vida siempre es mortal. No tolera curas.
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La vida se parece a la enfermedad, porque avanza por crisis y lisis y tiene mejorías y empeoramientos diarios. A diferencia de las demás enfermedades, la vida siempre es mortal. No tolera curas.
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Hablé por extenso de mi vejez inminente. No podía estar un momento tranquilo sin envejecer. A cada recorrido de mi sangre, algo se añadía a mis huesos y a mis venas que significaba vejez. Todas las mañanas, cuando me despertaba, el mundo aparecía más gris y yo no lo advertía porque nada desentonaba; en el nuevo día no había una pincelada siquiera del color del día anterior; de lo contrario, la habría advertido y la nostalgia me habría hecho despertar.
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Bastaba recordar todo lo que nosotros, los hombres, hemos esperado de la vida, para verla tan extraña como para llegar a la conclusión de que talvez se ha incluido en ella el hombre por error y que está fuera de lugar.
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En este mundo muchas personas aprenden solo escuchándose a sí mismas o al menos no saben aprender escuchando a los demás.
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Solo nosotros, los enfermos, sabemos algo de nosotros mismos.
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Libertad completa es la de poder hacer todo lo que se quiere a condición de hacer también algo que no gusta tanto. La auténtica esclavitud es la condena a la abstención: Tántalo y no Hércules.
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La religión verdadera es precisamente la que no hay que profesar en alta voz para recibir el consuelo del que a veces -raras veces- no se puede prescindir.
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Ahora que envejezco y me acerco al tipo «patriarca», también yo siento que una inmoralidad predicada es más punible que una acción inmoral. Se llega al asesinato por amor o por odio; a la propaganda del asesinato, por maldad.
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Y esta fue la descripción de mi enfermedad que di a mi médico: «No puedo estudiar e incluso las raras veces que me voy a la cama temprano, permanezco insomne hasta los primeros toques de campanas. Por eso vacilo entre el derecho y la química, porque esas dos ciencias exigen un trabajo que comience a una hora fija, mientras que yo no sé nunca cuándo podré haberme levantado».
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La enfermedad es una convicción y yo nací con ella. De la de mis veinte años no recordaría gran cosa, si no la hubiera descrito entonces a un médico. Es curioso cómo se recuerdan mejor las palabras dichas que los sentimientos que no llegan a agitar el aire.
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises