La conciencia de Zeno de Italo Svevo
Hablé por extenso de mi vejez inminente. No podía estar un momento tranquilo sin envejecer. A cada recorrido de mi sangre, algo se añadía a mis huesos y a mis venas que significaba vejez. Todas las mañanas, cuando me despertaba, el mundo aparecía más gris y yo no lo advertía porque nada desentonaba; en el nuevo día no había una pincelada siquiera del color del día anterior; de lo contrario, la habría advertido y la nostalgia me habría hecho despertar.
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