El ritual de los muertos

Cuando leo, mi objetivo principal es entretenerme, y eso es algo que las novelas de Nagore Suárez cumplen con creces. Si “La música de los huesos” me lo ventilé en un suspiro, “El ritual de los muertos” no se ha quedado atrás, ya que ambas tienen algo que hace que el lector se enganche a la historia irremediablemente desde sus primeras páginas.

Meses después de los acontecimientos ocurridos en “La música de los huesos” (no es obligatorio, pero si recomendable leer este antes), Anne regresa a su pueblo en la Ribera Navarra para acudir al funeral del padre de un amigo. Lo que en principio iba a ser un fin de semana en el pueblo, se alargará tras la aparición de un cadáver degollado cerca del cementerio y el hallazgo de la profanación de una tumba. Anne se verá atraída por este nuevo misterio, iniciando una investigación paralela a la realizada por el Inspector de la Policía Foral Gabriel Palacios, con el que mantuvo una breve relación.

“El ritual de los muertos” sigue el mismo patrón que su predecesora, pero se aprecia una más que notable evolución, tanto en la forma de desarrollar la historia como en la manera de contarla. En esta ocasión la historia es mucho más oscura lo que hace que haya vivido los momentos de tensión con mucha más intensidad.

La mayoría de los personajes son viejos conocidos y, aunque Anne es la protagonista indiscutible, en esta ocasión el personaje de Paloma tiene una mayor relevancia, siendo pieza clave en la investigación. Presenta también nuevos personajes como Jone, la nueva compañera de Gabriel, de la que con cuatro pinceladas acerca de su situación familiar, ha hecho que desee conocer más en el tercer libro.

Rituales, sacrificios, magia negra, narcotráfico… el misterio tiene elementos suficientes para mantener al lector pegado a sus páginas, con un ritmo ágil que va pisando el acelerador a medida que se acerca el final, con una resolución del todo impredecible.

Thriller adictivo con una trama más turbia y una clara evolución, tanto en los propios personajes como en la pluma de la autora, en la que se evidencia una mayor madurez, que hacen que me muera de ganas de leer ya “El final de la fiesta”.