¡Qué rareza! ¡Qué alegría para mí ver una duquesa apasionada!
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¡Qué rareza! ¡Qué alegría para mí ver una duquesa apasionada!
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Sus ojos, tan inocentes y tan bellos, habían conquistado completamente a Roizand. En la intimidad sobre todo, cuando ella les permitía traicionar las sombras de sus sentimientos, eran irresistibles.
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Se dio cuenta que Roizand se trababa algunas veces hablándole, como si ambos hubieran sido seres separados, hechos para entenderse rápidamente. De ahí a estar hechos para amarse, sólo había un paso.
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No es seguramente que él mismo buscó humillar a otros, pero frecuentemente no pensaba en los otros. Es un género de insolencia que la sociedad francesa no perdona.
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La duquesa era la mujer más tranquila, la más extraña a todo lo que podía parecerse a la pasión.
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Éste fue impresionado encontrándose bajo la mirada de los más hermosos ojos que había visto en su vida
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?