El arte de decidir: Cómo equilibrar la intuición, la razón y las emociones

Hay personas que por querer salvar el mundo terminan sin hacer nada e, incluso, descuidando su metro cuadrado.

A veces el problema no es el problema en sí mismo. La forma en que vemos el problema es el verdadero problema.

Es sabio ser paciente y darle tiempo a las cosas pero, a la vez, hay que saber soltarlas y cambiar de rumbo cuando uno se da cuenta de que no funcionarán.

Tomá la decisión en función de lo que pasa hoy, y de lo que pienses racionalmente que va a pasar. ¡No permitas que las malas decisiones del pasado empeoren la calidad de las decisiones del presente!

No saber dejar de pensar es una de las grandes enfermedades de los últimos cien años. No es casualidad que las últimas décadas haya cada vez más personas que sufren enfermedades mentales (ataque de pánico, depresión, paranoia, entre otras).

Una pequeña acción repetida de manera periódica durante un tiempo adquiere la fuerza del hábito. La mente es cómoda. Una vez que conoce un proceso, le gusta repetirlo. El cerebro consume más energía cuando tiene que aprender, decidir o hacer algo diferente a lo usual. Por eso, lo hábitos son tan difíciles de cambiar. Como así también, es difícil incorporar nuevos hábitos.

La espontaneidad puede ser muy inocente y bella.

Muchos necesitamos cometer errores propios para aprender. El dolor es un gran maestro.

Los errores dejan de ser errores cuando uno aprende de ellos. El error es no aprender.

La agresión habla mucho más del agresor que del agredido.