No quiero hacerte olvidar. Quiero hacerte recordar.
|
No quiero hacerte olvidar. Quiero hacerte recordar.
|
Me quedé dormida en los brazos de sus demonios con la certeza de que despertaría en brazos de un hombre dulce. Porque Dean Cole, Ruckus, tenía muchas caras. Y todas eran preciosas. Al menos para mí. |
No. Y una mierda. No tenía ni idea, esta. Ni. Puta. Idea. De con quién se estaba metiendo. Puede que fuera más simpático que Vicious, pero seguía siendo un Buenorro. Seguía siendo un canalla… y seguía siendo el lobo que su abuela quería lejos de ella.
|
Siempre he sentido que jugaba conmigo. No porque quisiera llevarme al huerto. Yo era la reina de las relaciones esporádicas y a corto plazo. Saber que no puedes aspirar a más hace que te conformes con eso. Como Dean, yo tampoco me comprometía. |
Nunca me habían dicho que no. Solo ella. Y si iba a rechazar algo, que fuese mi polla y no mi corazón. |
Odiaba todo lo que tuviera que ver con Dean Cole. Todo… excepto a él. |
Porque era un Buenorro. Un privilegiado, un volátil y un ególatra de All Saints que creía que se lo merecía todo y no debía nada. |
Era guapo, pero también un desastre de dimensiones épicas. ¿Sabéis esas mujeres que quieren al típico tío atractivo y vulnerable que está hecho mierda para enderezarlo y cuidar de él? Dean Cole sería su sueño húmedo. Porque le pasaba algo. Me daba pena que sus más allegados no vieran las luces parpadeantes de neón (el alcohol, el consumo excesivo de marihuana y su adicción a todo lo pecaminoso y divertido). Sin embargo, Dean Cole no era asunto mío. Además, ya tenía bastante con lidiar con mis propios problemas.
|
¿Qué medida tomó el profesor Snape para proteger la Piedra Filosofal?