Distancia de rescate

“Ya no hay tensión. Pero yo siento el hilo. Todavía existe”.

Samanta Schweblin nos atrapa con su narrativa desde la primera página de esta novela. A medida que avanzaba en la lectura de sus escasas 124 páginas volvía a cada poco a esa primera página, perturbadora, inquietante.

La narración avanza en un diálogo entre dos personas que no tardas mucho en identificar. Es extraña, genera cierta sensación de irrealidad, de magia, de no saber qué está pasando. El lenguaje es directo, sin florituras, pero con imágenes muy vívidas. La tensión crece por momentos y no puedes abandonar su lectura. Es, de hecho, perfecta para leer de una sentada. Perfecta para un #viernesdelecturacorta, de los de @los_libros_del_sr_lector.

La primera vez que oí hablar de esta autora fue en el podcast @librorumpodcast de @van_hessa, que comentaba su novela posterior Kentukis y me quedaron muchas ganas de leer algo suyo. Ahora sé que quiero leerlo todo, todo lo que escriba y más.

Esta es una historia de vínculos materno-filiales, de miedos irracionales, de pérdida, de dolor, de ausencia, de vacíos. Y la explicación de lo que ocurre y por qué ocurre, oculta en el texto me ha sorprendido y deleitado a partes iguales por la denuncia social que implica.

Es cierto que quedan cosas en el aire, a la imaginación del lector, pero es de este tipo de novelas en que es más importante el como lo cuenta que el qué nos cuenta. Y para mí tiene un cierre ciertamente estremecedor… No, no. No os lo puedo contar pero si la leéis y queréis comentarlo por mensajes por favor escribidme, porque me ha parecido brillante.