Hay que asumir que la decadencia de todos los seres vivientes y de todas las cosas creadas es la condición de su existencia.
|
Hay que asumir que la decadencia de todos los seres vivientes y de todas las cosas creadas es la condición de su existencia.
|
Decidir quién está más cerca de la vida, aquel que contempla continuamente la muerte o aquel que logra apartar de sí su imagen, no es tarea fácil; las opiniones acerca de esta cuestión son tan contradictorias como las que se vierten cuando discutimos sobre qué resulta más espantoso: la idea de que todo tiene un final o la de que puede que no lo tenga.
|
Yo era un ser humano como cualquier otro. La luna me recordaba la plenitud que había alcanzado y había perdido. Era como un miembro fantasma que sigue doliendo, el inmenso trauma del nacimiento, cuya brutal violencia encierra un enigma aún mayor que la certeza de la muerte. Sin embargo, como se puede aprender a recordar, pero no a olvidar, debo asumir que no hay vuelta atrás.
|
Comprender la luna significa comprenderse a sí mismo, y hoy, en el límite de mi mísera existencia, me atrevo a decir en voz alta que al principio lo conseguí, aunque tal reconocimiento no sirvió para aliviar el dolor que producen la mayoría de las verdades: al contrario, en dosis altas la medicina se convierte en veneno.
|
[...], ese había sido su error, veían en la luna un yo disminuido, un gemelo lisiado: un resto de aquella catástrofe primitiva, de aquel violento choque entre la Tierra y un planeta sin nombre, que hizo germinar la vida llevándose a cambio un trozo de su ser, que siguió su curso convirtiéndose en un satélite, una réplica fallida, un fruto tardío, un espejo empañado, una estrella congelada.
|
Como apuntaba Aristóteles, el sueño y las cloacas están inseparablemente unidos, y los cráteres de la luna, igual que el intestino en el que se forman los sueños, es la auténtica sede del alma, que se nutre de la nostalgia de nuestra comunidad, semejante a una colonia vivaz y diversa de bacterias simples pero insaciables.
|
Lo exterior remite siempre a lo interior. Mi cuarto dice mucho más de mí que mis pulmones o que mi corazón.
|
Nadie puede negar la existencia de ciclos biológicos. Ciertos sucesos marcan un punto de inflexión en la vida, propician un auge o anuncian la decadencia. La longevidad es un tema que ha preocupado a los humanos desde antiguo. Todos debemos morir: es un hecho, es un consuelo.
|
Las cosmologías son tan numerosas como contradictorias. Lo único en lo que coinciden es en la imperfección de este mundo. Es evidente que existe una brecha insalvable, un profundo abismo que introduce una dolorosa separación entre los dioses y los hombres, arrojados a este mundo, entre el alma eterna, inmaculada, y la carne mutable y, por lo tanto, corrupta. Las preguntas son antiguas, pero nunca han sido más urgentes: qué es el hombre, de dónde viene, a dónde va, cuándo y por qué llegó la culpa al mundo.
|
Sabemos que las palabras, como los signos, cambian de significado. Durante mucho tiempo, los puntos sucesivos al final de un renglón se han utilizado para señalar lo perdido y lo desconocido, lo que no se decía o lo que no se podía decir, lo que se había dejado de lado o se había omitido, incluso lo que se dejaba abierto. De este modo, estos tres puntos se han convertido en un signo que invita a deducir aquello que se sugiere, a imaginar aquello que falta, un símbolo que representa lo que no se puede decir, aquello sobre lo que callamos celosamente, lo repugnante y lo obsceno, lo reprobable, lo quimérico y, a veces, la propia realidad tal cual es, por más que queramos cerrar los ojos ante ella.
|
¿Cuál fue la primera obra escrita en verso en lengua castellana?