Cervantes para cabras, Marx para ovejas

Tras este llamativo y sugerente título encontramos una historia narrada en un estilo quijotesco en la que cualquier cosa puede pasar.

Allá por los años treinta del pasado siglo, Mateo, natural de Abra y pastor de cabras y ovejas, siente una gran tristeza en su alma, una total apatía por la vida y ni el empeño que le pone su madre y su novia hará cambiar la situación de encamado que Mateo ha adoptado.

La misteriosa muerte del maestro don Albino supone la llegada al pueblo del nuevo maestro Lázaro Esquivel. Con una pedagogía opuesta al varazo a diestro y siniestro del anterior maestro y su carácter afable se gana el beneplácito de los vecinos, bueno, no de todos.

Gusta al maestro de leer en su tiempo libre, sus numerosos libros son la más preciada de sus posesiones, y uno de ellos, Vida del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, obra la curación del cabrero Mateo, a este libro se unirá la lectura de El capital y llevará a Mateo a lograr su utopía "La ínsula Esperanza".

Una narración amena, pícara y divertida de las venturas y desventuras del pastor Mateo, salvado por la lectura. Un canto a la democratización de la cultura, la lectura al alcance de todos con su poder transformador. Una historia disfrutable para cualquier amante de los libros.

Acabo de leer "Cervantes para cabras, Marx para ovejas" (Maclein y Parker, 2020, 320 páginas), de Pablo Santiago Chiquero.

Este es una delicia de libro, aunque inclasificable.
Con una prosa al más puro estilo cervantino, asistimos a las venturas y desventuras de un pastor de cabras y ovejas en un pueblo de Córdoba. Mateo es un hombre muy inteligente, pero la falta de alicientes le hace caer en una depresión y queda encamado.
Da la casualidad de que al pueblo llega un nuevo maestro amante de los libros que, ante los ruegos de la madre del pastor, le presta El Quijote, de cuya lectura saldrá trasnformado. Después, El Capital, de Marx, y cuál no será su sorpresa cuando al leer en voz alta, constata que sus cabras prestan más atención a Cervantes y sus ovejas a Marx.

Sobre esta premisa se construye un libro encantador, tierno, muy rural, lleno de autenticidad, en el que se cuestionan cosas como el poder transformador de la cultura, -sobre todo de los clásicos-, el derecho a la utopía, la valía de la democracia...

Es una obra divertidísima que coge mucho vuelo con la creación por parte de Mateo de la "Ínsula de la Esperanza", especie de comuna colectivizada al estilo Barataria, que sorprende en cada frase por su acierto en la toma de decisiones para llevarla a cabo, su tono quijotesco, como ya hemos dicho, y su finísimo sentido del humor.
Pero la llegada de la guerra civil hará que sus habitantes se preparen para defenderla a muerte -por amor a la cultura, por lo que les costó llevarla a cabo siendo prácticamente analfabetos y sin medios, por lo que representa-...
Nada falta ni sobra en esta pequeña obra de arte que se lee con una sonrisa en la boca, cuando no carcajada, de cabo a rabo.
Exquisita, primorosa, una delicia.

Es una fábula novelada con un hermoso homenaje a la lectura, es divertida, inteligente y con un toque extraordinario e inverosímil como su título.
Un relato, al más puro estilo cervantino, sobre el poder de los libros y de la lectura, y el poder transformador que encierran.
Mateo es pastor de cabras y ovejas en un pequeño pueblo de Córdoba, un joven listo y con inquietudes que trabará una gran amistad con Lázaro, el maestro del pueblo. El primero con el deseo de aprender y el segundo con la satisfacción de enseñar.
El cabrero lee a su rebaño y descubre que sus cabras prestan más atención a Cervantes, mientras las ovejas se inclinan por Marx.
El protagonista es un personaje valiente, atrevido, divertido, con ideales y una gran firmeza y perseverancia por realizar sus sueños
Una escritura sencilla y la ambientación te sitúan perfectamente en el lugar donde se desarrolla esta pequeña gran revolución de Mateo, una aventura preciosa de la España pobre de los años 30 y la antesala de la guerra civil.