Cervantes para cabras, Marx para ovejas de Pablo Santiago Chiquero
... cuando ya no le quedaban lágrimas en los ojos, fue a despedirse de su suegra y poner así fin oficial a su noviazgo. - Bien sabe Dios que lo intenté todo. - Lo sé, hija, lo sé. Esas cosas dejan un olor muy particular en las casas. |