La gente temerosa, se agolpaba ye rezaban a ese dios carpintero que, de tanto trabajar la madera había muerto clavado en ella.
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La gente temerosa, se agolpaba ye rezaban a ese dios carpintero que, de tanto trabajar la madera había muerto clavado en ella.
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De todos modos debes saber que el arte de la diplomacia es el arte del ya veremos.
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¡ciudadanos! ¡ciudadanos! Ni súbditos ni esclavos; borrachos, si, pero ciudadanos.
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¿Con qué frase empieza esta novela?