Nuestras copas eran las espadas de dos personas que las cruzan con respeto antes de batirse en duelo.
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Nuestras copas eran las espadas de dos personas que las cruzan con respeto antes de batirse en duelo.
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La buena literatura, sin música, no existe. No importa que la historia sea triste o cruel o sangrienta, hay un ritmo irrepetible y único en toda narración, y de encontrarlo depende la gloria de la novelista.
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Finalmente dije: —Los personajes secundarios no existen. |
Otra cualidad básica de toda buena novela es que encierra un mensaje. ¿Lo sabías? Es una plegaria dentro de una botella que la escritora lanza al mar, ¿o mejor debería decir "una confesión"?
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Yo era de César, y ahora sufría el olvido de los objetos que, con la marcha de su dueño, de repente ya no pertenecen a nadie.
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Cuando no la inflingen contra nosotros,olvidamos la violencia muy rápido, de forma involuntaria.
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Los niños no anticipan el mal, por eso a menudo son crueles.
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¿Con qué osadía me estoy adentrando en la descripción de una ciudad desconocida? ¿Y con qué criterio torpe salto al presente? Utilizar el presente en una narración pretérita tiene el efecto de divisar desde la costa, rompiendo la placidez del mar en calma, una aleta de tiburón. Y no puedo permitir eso. Los hechos son abominables, así que el relato debe ser ágil, no presentar ningún obstáculo que nos aleje de la trama central. En este caso, de la búsqueda del asesino. |
(...) la idea de un Tokio dividido, que luego, conforme fui conociendo la ciudad, se afianzó en mí y recuperé en numerosas ocasiones: la coexistencia de la urbe apocalíptica y monstruosa en su capacidad de doblegar al individuo, con aquellos fantasmagóricos reductos de paz, bolsas de aire acumulado durante siglos en cuevas abisales a priori sin oxígeno.
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Yo quise el sufrimiento porque me proporcionaba placer. Y permití que creciera sin control. Imagina una planta trepadora y lo entenderás. |
¿En que año nació Marcel Proust?