Madrid nos mata

Hay algo en este hombre que no había visto en las imágenes publicas: tiene la mirada preocupada de quién teme perderlo todo y la prudencia del que no sabe si en realidad quiere ganar.

En aquellas chabolas lo conoció, hace 10 años: dos extranjeros de la miseria pero no turistas de la pobreza ajena.

Las nebulosas imágenes de infancia le dibujan a su madre pequeña y pizpireta, con esa tendencia a esferificarse de la que suele disfrutar la gente que sonríe aunque no tenga motivos; y un padre ancho y tosco, brutal por culpa ajena y por propia decisión, más borracho por el rencor del fracasado de antemano que por el pésimo vino en el que se gastaba el dinero de la comida.

Vuelve a estudiar esos rostros oscurecidos por la sombra de los árboles, como si los muretes fueran la frontera entre los turistas que vienen porque quieren y los que no tienen otro sitio adónde ir.

El barrio es un animal enfermo que le duele a la ciudad, la ciudad es la diosa y necesita sacrificios. Solo su voluntad importa…

… cuando bebía para olvidar y despertaba recordando demasiado…

El sol invernal de Madrid parece asumir la vocación de primavera que toda ciudad merece y se niega. Si además es domingo, la tibieza y la luz brillan como premios por duplicado. La prisa nunca desaparece del todo de la ciudad, ni siquiera los domingos en el barrio de Chamberi, con sus aceras anchas jalonadas por bancos de los de siempre que ya nunca se ven en otras zonas y árboles con antigüedad suficiente como para dejar en claro que no están allí a causa del fervor fugaz de algún alcalde en busca de votos ecologistas.

… otros andares de piernas largas, hace tantos años, cuando eran así de jóvenes y el dueño de esos pasos se largó a caminar el mundo para escapar de las ganas de caminarla a ella

Desde que te vi, esta tarde, con el pelo desordenado y las manos fabricando viento, enfadada conmigo y con el mundo y más bella de lo que nadie será nunca

Verificar una verdad que ya se conoce es como pintar de blanco una pared blanca recién pintada: mientras lo haces notas la diferencia, pero un instante después, está igual que antes