No lo salves de la tristeza, soledad, no lo cures de la ternura que lo enferma. Dale dolor, apriétalo en tus manos, muérdele el corazón hasta que aprenda. No lo consueles, déjalo tirado sobre su lecho como un haz de yerba. |
No lo salves de la tristeza, soledad, no lo cures de la ternura que lo enferma. Dale dolor, apriétalo en tus manos, muérdele el corazón hasta que aprenda. No lo consueles, déjalo tirado sobre su lecho como un haz de yerba. |
DEL ADIÓS No se dice. Acude a nuestros ojos, a nuestras manos, tiembla, se resiste. Dices que esperas -te esperas- desde entonces, y sabes que le adiós es inútil y triste. |
Escribiste en la tabla de mi corazón: desea. Y yo anduve días y días loco y aromado y triste. |
En la amorosa noche me aflijo. Le pido su secreto, mi secreto, la interrogo en mi sangre largamente. Ella no me responde y hace como mi madre, que me cierra los ojos sin oírme. |
Los que tenemos frío de verdad, los que estamos solos por todas partes, los sin nadie. Los que no pueden dejar de destruirse, ésos no importan, no valen nada, nada, que de una vez se vayan, que se mueran pronto. |
Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Sus corazones les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. |
Entreteneos aquí con la esperanza, El júbilo del día que vendrá os germina en los ojos como una luz reciente. Pero ese día que vendrá no ha de venir: es éste. |
Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos. |
Que todos mueran a tiempo, Señor, que gocen, que sufran hoy. Desampárame, Señor, que no sepa quién soy. |
Eso que nunca he dicho empiezo a callar. ¡Lleva ya tanto tiempo de ser fugaz! (Le prestaré mis ojos cuando quiera llorar.) |
Marinero en tierra