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Releer un libro es un arma de doble filo. Puede que nos vuelva a gustar o que nos horrorice. O puede que nos guste más que la primera vez. Y es que las personas cambiamos con el tiempo y, por lo general, vemos las cosas distintas dependiendo de la etapa de vida en que nos encontremos. Recuerdo cuando leí El temor de un hombre sabio por primera vez. Fue al poco de haber terminado El nombre del viento. El primer libro de esta trilogía inacabada me encantó, me hizo vibrar en casi cada capítulo y es, todavía, uno de los libros que más he disfrutado en toda mi vida. Sin embargo, enfoqué El temor de un hombre sabio de manera distinta. A medida que avanzaba me iba desencantando sin saber por qué. Ahora, más de diez años más tarde, sé por qué. Sucumbí a la impaciencia de desear que las cosas sucedieran más deprisa, que Kvothe averiguara más cosas, que se resolvieran todos los enigmas que Patrick Rothfuss había planteado en la primera parte y a los que seguía sumando más en este volumen. En aquel momento no entendí que la historia de Kvothe era tan compleja que requería tiempo, paciencia y respeto para ser leída, entendida y disfrutada. Por eso me alegro tanto de haber releído El temor de un hombre sabio, porque me ha gustado más que la primera vez. He hallado en él nuevos matices y descubierto más de los secretos que contiene. Ha sido un placer volver a leer a Kvothe y Bast, a Cronista, y sentir que Denna es un personaje más profundo de lo que me pareció la vez anterior. Creo que leerlo en versión original tiene mucho que ver en esto, porque la prosa de Rothfuss cala mucho más profundo si se lee tal y como es, sin los filtros de una traducción más o menos acertada. El temor de un hombre sabio está lleno de pasajes memorables, escritos con un lenguaje y un ritmo que admiro, aunque también creo que de vez en cuando Rothfuss (o Kvothe) se va por las ramas y le sobran unas cuantas páginas. Aun así afirmo con rotundidad que El temor de un hombre sabio es uno de los libros que más me ha hecho pensar en mi vida, al igual que consiguió El nombre del viento. La historia de Kvothe tendrá sus más y sus menos, sus aciertos y sus fallos, pero es innegable que deja una marca profunda en muchos de los que la leemos. Es una historia que contiene más historias en sí misma. Otras orbitan alrededor, siendo cada una más enigmática que la anterior. Cada uno de los nodos que componen este ecosistema permite que los lectores dejen volar constantemente su imaginación, característica que comparte con otro de mis libros favoritos: La historia interminable de Michael Ende. Esperaré el tiempo que haga falta (más de lo que ya he esperado) delante de las Puertas de Piedra para saber lo que Rothfuss guarda al otro lado y continuar disfrutando de la historia de Kvothe. Enlace: https://vlcorton.wordpress.c.. |
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