Los Visionarios

¿Qué escritor no querría adentrarse en el lugar donde todo comienza?

Es entonces cuando te das cuenta de que vuestra historia de amor no era única y que tu dolor no es el más genuino. Simplemente te duele porque es el tuyo.

Los lectores buscan buenas historias. Eso es todo lo que necesita un lector: una buena historia. Los lectores quieren emocionarse. Quieren historias que les hagan llorar, soñar, reír e incluso enamorarse.

—Mira, la gente no busca necesariamente la originalidad. Eso no es lo único que importa. Los lectores buscan buenas historias. Eso es todo lo que necesita un lector: una buena historia. Los lectores quieren emocionarse. Quieren historias que les hagan llorar, soñar, reír e incluso enamorarse. Por ejemplo, si piensas en historias de ficción, en comedias románticas, todas las fórmulas de chico conoce a chica ya están contadas.
»Todas esas historias se han contado mil veces y la gente sigue enamorándose con ellas. Se siguen quedando atrapadas, observando la pantalla o leyendo el libro, esperando ese primer beso, esa chispa. —Me observó y continuó—: ¿Por qué siguen emocionándose? Por la forma en la que le cuentan la historia. Una forma distinta, frsca y apasionante que hace que se emocionen otra vez. ¿Entiendes? No necesitan que sea original, solo que tenga algo que les haga quedarse atrapados engullendo páginas o pegados a la pantalla del cine sin pestañear.

Y entonces lo supe, con mis piernas todavía alrededor de su cintura: lo quería. ¡Lo quería más de lo que había querido a nadie en toda mi vida! Lo quería de verdad, de esos amores que se quedan para siempre cosidos debajo de la piel. Lo quería hacía tanto tiempo que no tenía ni idea de cuándo había comenzado a hacerlo.

Es así de sencillo: un escritor siempre escribe. Si no es sobre el papel, en su cabeza. Siempre está dándole vueltas a posibilidades, a historias, a ideas. Todo eso siempre está rondando en un segundo plano.

No necesitan que sea original, solo que tenga algo que les haga quedarse atrapados engullendo páginas o pegados a la pantalla del cine sin pestañear.

Todas esas historias se han contado mil veces y la gente sigue enamorándose con ellas. Se siguen quedando atrapados, observando la pantalla o leyendo el libro, esperando ese primer beso, esa chispa.

El funcionamiento del tiempo es caprichoso. Se extiende como el agua, llenándolo todo.