Me apetecía atormentarla, jugar con ella y conocer su cuerpo, el único templo en el que quería perderme.
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Me apetecía atormentarla, jugar con ella y conocer su cuerpo, el único templo en el que quería perderme.
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Y dolía no poder seguir viviendo en nuestro pequeño mundo, donde amarse era lo último que estaba prohibido.
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El invierno en...