La biblioteca de los sueños imposibles

- ¿Por qué lo lee si no le gusta? -pregunté.
(...)
- Lo he empezado y soy incapaz de dejar los libros sin terminarlos -gruñó, y apoyó la barbilla en la mano izquierda.

Los seres humanos cometen atrocidades, pero no tiene nada que ver con su orientación religiosa, sino con que son seres humanos.

No podía negarlo: ese hombre era perfecto para mí. ¿Dónde iba a encontrar a alguien que compartiera mi pasión por los libros? En ningún sitio.

Durante mucho tiempo, había subsistido a base de libros exclusivamente. La gente real solo me había interesado superficialmente.

Siempre había preferido los libros a la compañía de otras personas.

Todo el mundo sabía que me gustaba leer, que en realidad no hacía otra cosa, pero pocos me preguntaban por mis lecturas.

Ella me obligaba a pasar horas interminables y aburridas en celebraciones y bailes en los que solo mantenía conversaciones monótonas. La mayoría con personas que se consideraban cultas porque un día vieron un libro por fuera [...].

Me parecía completamente absurdo ajustar el cuerpo a una prenda, en vez de adaptar la prenda al cuerpo.

Libros sobre libros, páginas, palabras, el olor a papel y polvo en el aire. Enseguida supe que aquel lugar me iba a robar el corazón.

Notaba el pulso acelerado, sentía la sangre en las orejas, tenía el estómago encogido y el corazón ardiente. Eso es lo que se sentía al estar enamorada.