Cuando sabes que vas por buen camino, el ritmo de los latidos de tu corazón es el mismo, pero la melodía cambia. Se vuelve más serena gracias a la certeza y a la esperanza.
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Cuando sabes que vas por buen camino, el ritmo de los latidos de tu corazón es el mismo, pero la melodía cambia. Se vuelve más serena gracias a la certeza y a la esperanza.
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Ese día llegará, sin lugar a dudas. Llevo esperando que suceda desde hace tiempo... porque sé que me cambiará. Me marcará, me hará daño, pero confío en que no pueda conmigo.
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A veces las cosas ocurren por que simplemente tienen que ocurrir. Y a veces tienen que hacernos daño para abrirnos los ojos.
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Los sentimientos son realmente extraños. Cuesta mucho complacerlos, son veleidosos y obstinados por igual: a veces son como una tormenta en alta mar; otras, como una roca en medio del oleaje. Da igual si se ajustan a la realidad o no, una cosa siempre es cierta: van a su aire, hacen lo que les da la gana.
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Los sentimientos son realmente extraños, cuesta mucho complacerlos, son veleidosos y obstinados por igual, a veces son como tormenta en alta mar, otras, con una roca en medio del oleaje. Da igual si se ajustan a la realidad o no, una cosa siempre es cierta, van a su aire y hacen lo que les da la gana
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Y tengo la sensación de que nada podría ser más natural, que tenerla aquí conmigo.
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Tal vez en realidad sea ese nuestro incentivo: salvar vidas para no perder las nuestras.
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Aún hoy en día espero que pudieran salvar a mucha gente. Que consiguieran dejar huella en los países en los que estuvieron, incluso en ese último país tan sacudido por una guerra indeseada, con gente que decidió quedarse en la tierra que sentían como su patria, que se negó a abandonar su hogar. Nadie se marcha de casa, excepto si no hay más remedio. ¿Quién querría que hubiera guerra? ¿Quién querría perder su hogar? ¿O a sus seres queridos?
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Porque la gente no está hecha para aceptar un «para siempre», ya que la vida misma no es para siempre.
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No tenía ni idea de lo que se siente cuando el beso es casi como una danza en la que los dos hemos encontrado el mismo ritmo, desde el principio, sin palabras, sin problemas, como si ya nos hubiéramos besado un millón de veces. Un beso que te hace pensar que nunca en la vida te habían besado de verdad, porque te llega al alma y le hace cosquillas, porque te alcanza el corazón y te deja llameando por dentro.
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