Legado en los huesos

Sabéis la debilidad que tengo por Dolores Redondo (parecida a la que tengo por Carlos Sisi o por Manel Loureiro)… leer a esta mujer es transpórtate al norte, a esos paisajes tan bellos y llenos de naturaleza, de pasión.

Amaia Salazar ha madurado en este segundo libro; y aunque parezca que eso traería consigo que el personaje de la inspectora dejara de creer en los seres que habitan el bosque y lo cuidan pero no... Salazar confía, cree y pide ayuda al guardián del bosque. Todos sabéis que amo como esta escritora trata los seres fantásticos hasta que consigue que se metan en la mente y en tus sueños aparezcan fugazmente con su belleza cruda e infinita.

Una de las cosas que más ame de este segundo libro fue como ahonda en la amistad entre Jonán Etxaide y Amaia Salazar, todos sabéis que adoro al subinspector Etxaide y que de todos los personajes es el único que verdaderamente me hace amarle, me produce mucha ternura y que desea achucharlo entre mis brazos.

Los personajes secundarios se reparten perfectamente los momentos del libro, hasta hacer que los capítulos no se hagan pesadas. Cada uno tiene su trama propia y se intercalan de tal forma que solo deseas que pasen los capítulos y saber que pasa con cada uno de ellos. Y el personaje principal, que para mi no es Amaia Salazar sino el ese valle tan bello que es el Baztán, sigue en su nivel, tan impresionante y atrayente como siempre.