Alma de Carlos Sisí
El ego, es sin duda, un gran maestro, pero puede ser nuestro peor enemigo, sobre todo si le hacemos caso. Si hacemos caso a sus miedos.
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Calificación promedio: 5 (sobre 372 calificaciones)
/Hubo una combinación de varias cosas. Mi padre era un gran lector, y tenía una biblioteca enorme. Por puro amor de padre, le observaba leer mucho, varias novelas a la vez. Pero su biblioteca era de novela clásica sobre todo, así que desvié mi atención a la de mi hermano, donde estaban todos los grandes de la literatura de ciencia ficción, fantasía, etcétera. Debo decir que con diez años, aquellas portadas tan sugerentes me llamaron mucho la atención, y empecé a mezclar lecturas, desde La Metamorfosis de Kafka a Benito Pérez Galdós o Robert Sheckley, y por supuesto, Stephen King. En esas primeras lecturas aprendí a amar profundamente a Tolkien.
Siempre ha sido un ejercicio de evasión y distracción. Me gusta imaginar cosas que no existen, jugar con posibilidades locas… ¿y si…? Con el tiempo he ido desarrollando un gusto por historias más realistas, sin embargo, sobre todo ahora que cosas como una pandemia global es algo tristemente actual, pero aún tengo que encontrar tiempo para ocuparme de algo así.
Fue todo bastante casual, es cierto. Se me ocurrió escribir sobre zombies porque era muy seguidor de las películas de Romero, así que pensé que ahí había una buena historia que contar. Drama, tensión, intriga. Lo escribí para mí, como medio de evasión, sin intención de publicar nada porque pensaba que era un mundo inaccesible donde publicaba gente con más méritos. Sin embargo, mis hermanas me animaron a enviarla a una editorial, y también en ese foro que comentas, donde unos locos aficionados a temas zombie compartíamos nuestros pequeños esfuerzos y nos animábamos mutuamente. Ni siquiera pensé en enviarla a editoriales donde pedían copias en papel porque me parecía un gasto tan inútil como evidente, pero sí que mandé un pdf. Después de mucho tiempo, cuando ya me había olvidado del tema, me enviaron un correo dándome la noticia de que iban a publicarlo. «Funcionará, porque es adictiva», dijeron. Fue una sensación increíble… ¡Mi historia iba a estar en las tiendas! Luego, Los Caminantes se abrió paso poco a poco, con el boca a boca, hasta hoy.
Mucha gente ha comparado la situación de Los Caminantes con la pandemia actual, sobre todo por alguna coincidencia exacta con la que «acerté», pero <Los Caminantes es una situación con zombis con elementos que muchos hemos explorado e imaginado y hemos visto en muchas series y películas. Hay un elemento social, político y global mucho más interesante que escapa del ámbito lúdico del libro, que no deja de sorprenderme. Las argucias económicas, los movimientos de los responsables en el poder, la polémica con la OMS, las reacciones de la gente donde unos aplauden y otros lanzan bombas envenenadas, no dejan de sorprenderme. Diría que en ese contexto, Los Caminantes ni se acerca a toda la espantosa, monumental y complicada trama que se está construyendo día a día en la actualidad, pero tampoco lo pretendió nunca.
Los Caminantes, al menos, aún siguen ahí, lo veo en mi hoja de liquidaciones anuales. La prueba más visible es que, después de diez años y múltiples ediciones en rústica, tapa dura, bolsillo, «de lujo», no se han saldado ni eliminado de ningún catálogo. Supongo que la moda fue lo bastante fuerte como para que haya quedado una afición por la lectura de este tipo de historias, y aunque el volumen de creación ha disminuido, aún hay quien sigue aportando. Personalmente me gusta pensar que tiene algo más allá de los zombis que gente sin predilección por esos monstruos puede disfrutar aún sin ellos.
Antes de escribir, cuando estaba aún en el colegio, programaba aventuras conversacionales para el extinto Spectrum. Era la versión digital de los libro juegos, así que estaba acostumbrado a construir historias pensando en la interacción con el lector. Una aventura mía, Heresville, aún con la limitación de las máquinas de entonces (¡48k de memoria!) era todo un ejercicio de posibilidades. El jugador podía matar a sus compañeros, intentar sobrevivir con todos o con algunos, jugar a ser un héroe y preocuparse de todo el mundo o ser un monstruo egoísta y escapar con la furgoneta dejando a todos empantanados con múltiples problemas. Echaba de menos esa interacción, así que construimos un tímido esfuerzo de libro juego para intentar jugar con eso. Se quedó en un librito bastante pequeño para el monumental periplo que tenía pensado, pero por entonces no sabíamos si funcionaría. Llevo años pensando que me gustaría escribir una verdadera novela interactiva, esta vez aprovechando las capacidades digitales, pero por supuesto, el esfuerzo que ello conllevaría sería titánico, y el tiempo es siempre un problema.
Creo que las situaciones van creando los personajes, más que otra cosa. Hay una escena potente que quiero contar, y los personajes que están alrededor reaccionan a ella. Los hay más listos, más cobardes, más viscerales, los hay nobles y traicioneros. Los personajes con taras son más interesantes, y simpatizo más con ellos por motivos que se comprenden. Si me gusta cómo se desenvuelven y me siento cómodo trabajando con ellos, sobreviven a la escena y se convierten en personajes principales. Casi siempre funciona así. Si hay un grupo intento que cada uno tenga su personalidad para provocar reacciones variadas, conversaciones encontradas, pero también cohesión y algún tipo de hermandad o comunicación especial entre ellos. Casi siempre me baso en personas que he conocido, pero también en personajes de series o de películas; ese es un buen truco a la hora de escribir y nadie me ha señalado nunca en qué personajes me he basado, así que el truco, de hecho, funciona.
Me parece que siempre he vivido más en otros mundos que en éste (risas) así que tengo la cabeza amueblada con todo tipo de referentes, tantos, que a veces no soy ni consciente. Muchas de esas referencias no son literarias, los videojuegos, los cómics y las películas han tenido un buen impacto en mi vida. El padre Isidro, por ejemplo, es una mezcla entre el sacerdote de Poltergeist y el personaje del Juez Muerte de los tebeos de Judge Dredd, mientras que Panteón bebía mucho de la aventura gráfica The Dig, de LucasArts. Nigromante se lo debe todo a multitud de juegos de rol y, sobre todo, innegablemente, a Tolkien. Es «mi pequeño hobbit».
En varios, en realidad. Los lectores de Panteón querían una segunda parte, pero como crear segundas partes tiene lazos que debo respetar, lo que significa también limitaciones, también estoy jugando con otra historia ambientada en algo nuevo, sin dejar de lado una idea con la que llevo tanteando algún tiempo, basada en los misterios de la IA. Me interesa mucho la Inteligencia Artificial y lo que ocurriría si alguna vez conseguimos crear una máquina con la que se pueda charlar sin limitaciones, sobre todo si esa máquina puede escapar a respuestas seleccionadas de una base de datos y generar conclusiones limpias y nuevas. Es un concepto fascinante y un campo abonado para una historia interesante. Cualquiera que haya estado jugando a videojuegos los últimos años habrá visto cómo la IA ha potenciado y mejorado los videojuegos de una manera sutil pero evidente; el campo empezó a interesarme mucho más que mucho cuando Steven Polge programó los bots que permitían que la IA explorase niveles tridimensionales y los «aprendiera», enfrentándose al jugador en entornos desconocidos con posibilidades de victoria.
King tenía el flow natural que me hizo pensar que podría escribir mis propias historias, cosa que no me pasó con otros autores. Me encanta Benito Pérez Galdós, por ejemplo, o García Márquez, pero no hay nada en esos libros que me haga pensar que yo podría crear algo así. Sé que no puedo. Sus estructuras esenciales no existen en mi interior. Stephen King sentaba a dos americanos en un porche y les hacía beber cerveza y charlar de cosas de la vida, y ese hecho nimio y fascinante me hizo pensar «Hey. ¿Y por qué no en Córdoba?». Por eso ambienté mi primer libro en Málaga. Era arrebatar a los zombies su cohesión natural a Boston, Nueva York o Chicago, y hacerlos más cercanos. Funcionó. Si no hubiera sido por King (que no en vano se autodenomina el Big Mac con patatas de la literatura) probablemente nunca se me habría ocurrido pensar que podría tal vez intentarlo.
¡De eso precisamente estaba hablando!. Hay veces que, leyendo algo, te dices: Madre mía. Qué calidad de página. Qué estructuras, qué mimbres, qué discurso narrativo, y te quedas mirando una frase con ojos embelesados. Pero esas cosas nunca actuaron de manera negativa, una vez que he empezado. Todo lo contrario. Animan. Soy paciente.
Había leído cosas cuando descubrí a King, pero ese hombre tiene algo que engancha, que seduce. Es como cuando eres pequeño y ves a alguien conducir. Parece fácil, lo hace fácil, es natural cuando toma las curvas, ni siquiera le ves haciendo trucos con los pies, empujando o soltando pedales; sólo le ves sonreír mientras hace que el coche casi parezca que se mueve solo, sujetando el volante. Descubrí a King en unas aburridas vacaciones de verano donde sólo había playa y piscina, y no soy muy amigo de ambas cosas. Aquella tienda de flotadores llenas de ediciones maltrechas por desgastadas fue todo un descubrimiento, y gastaba toda la paga en sus libros (y algo más).
Cien Años de Soledad, El Señor de los Anillos, pero It es una cátedra de cómo escribir una buena historia.
Juego de Tronos. Por algún motivo es un libro (y una serie) que todo el mundo ha leído o visto, y que todo el mundo aplaude con verdadero entusiasmo, pero por algún motivo, a mi no me funciona. Soy mucho más de Moorcock, Tolkien, Sapkowski.
Fui a la EGB, así que debo decir La Celestina. Te juro por lo más sagrado que no entiendo por qué se empeñan en enseñar semejante tostón a los niños, al menos ahora, con la cantidad de libros juveniles que existen. al menos en mi caso, funcionó como un repelente para el mundo de los libros. Ni siquiera recuerdo haber entendido de qué iba realmente.
Pues ya que hablamos de zombis, recomendaría La Noche de los Muertos Vivientes que escribió John Russo, porque no he visto a mis lectores hablar de ella o recomendarla, y a mi me fascinó absolutamente. Es anterior a la moda zombi y se nota porque los llama «espectros». Es un libro cortito, pero impactante, y parece mucho más moderno de lo que es por su estructura narrativa a base de frases cortas pero contundentes, sin filigranas.
«¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos », Gandalf.
El Poder del Ahora, de Eckhart Tolle. Ya lo había leído, pero estos tiempos de cambios, de cuarentenas y pandemias, nos mueven a hacer un parón que requiere una introspección necesaria, como una pausa de la que se pueden extraer aprendizajes sinceros, siempre que realmente se desee.
Alma de Carlos Sisí
El ego, es sin duda, un gran maestro, pero puede ser nuestro peor enemigo, sobre todo si le hacemos caso. Si hacemos caso a sus miedos.
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Varsovia de Carlos Sisí
Acabado de leer Varsovia, de Carlos Sisi ¿En mi opinión? Sinceramente me ha parecido su novela más redonda y la que más me ha gustado. Muy buenos personajes, bien perfilados y bien desarrollados y a los que les llegas a coger cariño a algunos y odiar a otros. La historia avanza a buen ritmo, con una primera parte donde el autor se toma su tiempo para ir presentando a los distintos personajes que van apareciendo y que irán ocupando su sitio. La información está dosificada de manera perfecta, y donde el autor va dando pistas de lo que se nos viene encima. A pesar de que es una novela de ficción, tiene una parte histórica la que está ambientada en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis ocuparon buena parte de Europa, y donde se nota el trabajo del autor a la hora de documentarse y dotar a esta parte de credibilidad y veracidad, cuidándola mucho y sobretodo y lo más importante, tratando con muchísimo respeto todo el tema de los judios. Sin duda alguna, esta parte, es de lo mejor del libro. Tiene momentos muy duros e impactantes. La trama tiene elementos de terror, de ciencia ficción, todo ello combinado con los elementos más históricos dan como resultado una trama llena de momentos que se graban a fuego en el lector. El autor demuestra con esta novela que no le tiembla el pulso a la hora de afrontar retos y no encasillarse. La parte final de la historia no da ni un sólo momento de respiro, ni a los personajes ni a todos aquellos que se adentren en Varsovia. No es una novela perfecta, tiene algunas cosillas, que sin ser importantes para la trama, le hace bajar algún que otro puntillo, pero que no le impide ser una muy buena historia, con grandes personajes, grandes momentos que sorprenderán al lector. ¿Y que decir del final? Para este servidor, sin ser el mejor final que me haya leído, está a la altura de la novela y no desmerece para nada el resultado final. Como dije al principio, me parece que es la nejor novela de un autor, que después de diez años leyéndolo y siguiéndole, es capaz de sorprenderme, y eso es muy buena señal. En definitiva, una novela altamente recomendable.
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Alma de Carlos Sisí
Alma coge un muñeco y extiende el brazo como para ofrecérselo a alguien, pero allí no hay nadie.
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Los Caminantes de Carlos Sisí
Creo firmemente que nos recuperaremos, reconquistaremos todo lo que hemos perdido, volveremos a controlar la situación y aprenderemos a vivir con el problema. Lo haremos, y quizá entonces los que hayamos quedado apreciaremos más el regalo de la vida: será una nueva etapa para el ser humano.
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Rojo nº 1 de Carlos Sisí
Aquí está. El... miedo. Qué hermosas emanaciones, densas y espesas como intrincadas partituras. Podría extender su miedo sobre un lienzo y destilar las mayores aberraciones que el universo haya contemplado jamás. Podría componer con él la melodía más delirante, podría embriagarme y alimentarme con él durante eternidades. El mayor de los logros de los de su especie, general Ford, esa enorme capacidad para el miedo.
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Alone at the Top de Carlos Sisí
Y los traumas limitan, definen, te hacen ser como eres. Inseguro. Débil. Dubitativo. Cobarde. Cualquier cosa. Cada vez que abres la boca para decir algo, el trauma selecciona tus palabras, tu lenguaje corporal, tu resolución. El resultado eres tú, mermado por el efecto de ese socavón en tu psique profunda.
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Troll de Carlos Sisí
—Dime, ¿tienes miedo? —No —se apresuró a contestar. Aunque, por supuesto, mentía. —Deberías —advirtió la voz— Es un sentimiento muy humano, concebido para la preservación de la especie. Sin miedo, no llegarás muy lejos. |
Rojo nº 1 de Carlos Sisí
Espero todavía un momento más. Todavía un rato más. En las películas, o era de día o era de noche, pero esos estadios intermedios del amanecer por lo general transcurrían demasiado deprisa. En un momento dado el vampiro estaba allí desplegando todo su poder sobrenatural y al instante siguiente chillaba tocado por unos rayos de sol que parecían prestados de una radiante mañana de agosto.
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Los Caminantes de Carlos Sisí
—¿Has estado alguna vez en el cementerio? —preguntó con voz queda. —No... no se me ocurriría, tal y como están las cosas. —Yo sí —dijo—. Ve algún día, si sacas cojones. Ve y agudiza el oído. Túmbate sobre una de esas losas y escucha... —¿Qué quieres decir? —Algunos están vivos. En sus tumbas. Ahí abajo. Algunos están vivos. |
Los Caminantes de Carlos Sisí
Se esforzaban mucho por ahorrar electricidad, porque la electricidad significaba gasóleo, y conseguirlo representaba cada vez más riesgo. Así que el campamento entero se iba a la cama temprano, y no contaban con televisores y otras frivolidades que enchufar a la red.
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Nombre del chico que no paraba de seguir a Harry en su segundo año