A veces, un hombre muy pequeño puede proyectar una sombra muy grande.
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A veces, un hombre muy pequeño puede proyectar una sombra muy grande.
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El poder reside donde los hombres creen que reside.
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—Mi madre dice que el miedo es mejor que el amor. —Joffrey señaló a Sansa—. Ella me tiene miedo. —Ya, claro. —El Gnomo suspiró—. Lástima que Stannis y Renly no sean también niñas de doce años. |
—Llama a Bronn, ve a los establos y haz que ensillen dos caballos. —Caballos. —Los ojos del escudero estaban nublados de sueño. —Esos animales grandes, castaños, a los que les encantan las manzanas. Sí, hombre, seguro que los has visto. Cuatro patas, cola... Pero primero Bronn. |
—También lamento tu pérdida, Joffrey —siguió el enano. —¿Qué pérdida? —La de tu regio padre. Haz memoria: un hombre alto con barba negra. El que era el rey antes que tú. |
—Matarreyes —pronunció él con deleite—. ¡Y menudo era el rey que maté! —Alzó la copa—. Por Aerys Targaryen, el segundo de su nombre, señor de los Siete Reinos y «protector» del reino. Y por la espada que le abrió la garganta. Una espada dorada, por cierto, hasta que su sangre tiñó de rojo la hoja. Esos son los colores de los Lannister: el rojo y el oro.
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—¿No veis lo gracioso que es esto, lord Varys? —Tryrion hizo un gesto en dirección a las ventanas cerradas, a la ciudad durmiente—. Bastión de Tormentas ha caído, y Stannis se acerca con fuego, acero y solo los dioses saben qué poderes misteriosos; el pueblo no tiene a Jamie para que lo proteja, ni a Robert, ni a Renly, ni a Rhaegar, ni a su querido Caballero de las Flores. Solo a mí, al que odia —Se echó a reír de nuevo—. El enano, el consejero malvado, el mono deforme, el demonio… Yo soy todo lo que se interpone entre el caos y ellos.
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—Yo no soy Viserys. —No —reconoció él—. En vos hay más Rhaegar, pero hasta Rhaegar podía morir. Robert lo demostró en el Tridente, y no le hizo falta más que un martillo de guerra. Hasta los dragones mueren. —Hasta los dragones mueren —se puso de puntillas para depositar un ligero beso en la mejilla sin afeitar del caballero—. Pero también los asesinos de dragones. |
—Tened cuidado —dijo la mujer de la máscara de laca roja. —¿De quien? —De todos. Vendrán día y noche a contemplar las maravillas que han nacido de nuevo en el mundo, y cuando las vean, las desearán. Porque los dragones son fuego hecho carne, y el fuego es poder. |
—(…)Hay quien dice que el conocimiento es poder. Hay quien dice que el poder deriva de los dioses. Otros dicen que el poder lo da la ley. Pero aquel día, en los peldaños del Septo de Baelor, nuestro piadoso septón supremo, la legítima reina regente y vuestro seguro servidor, con todos sus conocimientos, estuvieron tan impotentes como cualquier zapatero remendón de la multitud.¿ Quién mató en realidad a Eddard Stark? ¿Vos qué pensáis? ¿Joffrey, quien dio la orden? ¿Ser Ilyn Payne, que blandió la espada? ¿O bien… otra persona?
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¿En qué año se publica el primer tomo de esta saga?