El Método

Un hombre cuyo nombre es una leyenda dentro del quehacer y la pedagogía de las artes escénicas, creo una serie de herramientas que aún hoy son usadas por actores de renombre y desdeñadas por otros, es esté compendio el que le da el nombre al nuevo y magnifico libro del autor, El MÉTODO, de Konstantine Stanislavski, es el elemento argumental que va dando los índices y encuadres que delimitan las acciones que inspiran o corroen la vida de los protagonistas de esta gran historia.
El protagonista principal es un hombre de muchos nombres, un actor fracasado, no por falta de talento y preparación, más bien fracasado por las circunstancias de su vida que siempre han estado fuera de su manejo, una maldición familiar por abandonar una religión, la muerte prematura de su padre, años después la de su madre y luego la de su tío quien era el único arraigo de sangre que lo anclaba una realidad que deberá cambiar desde ese momento.
En el momento más apremiante, en el que la soledad y el hambre todo lo vuelven miseria, una luz parece brillar y una posibilidad de trabajo llega a su vida por medio de su manejador, un hombre tramposo y ruin. Aunque protagónico, este papel no le permite salir de esa zona en la que nunca ha estado cómodo, pero que le ha dado para vivir, deberá interpretar a un maleante, a un hampón de la peor calaña, uno salido de la mente de un escritor que logro combinar en un solo ser a tres escorias y que ahora tomaran vida en la mente y cuerpo de nuestro protagonista, gracias a la ferviente pasión que siente él por preparar sus papeles con El Método, de Stanislavski, momento en que la montaña y la ruleta rusa se conjugan en un solo juego que nos llevara por una historia apasionante.
Una obra concisa, con un desarrollo de personajes muy bien logrado en el que encontramos sujetos de todos los carismas y roles dentro de un círculo social amparado en el dolor, las malas decisiones y los placeres clandestinos. En la historia tal vez se pueda echar a deber un poco la no muy amplia descripción de las atmosferas para quienes no son de Bogotá, aunque este pequeño detalle no la hace menos atrapante, ni le quita belleza para quienes hemos vagabundeado esas frías calles en las que se desarrolla el relato.
Siendo la historia poseedora de su propia belleza por su carácter urbano, oscuro, con personajes con diversas zonas grises; momentos de acción y reflexión bien descritos y giros de guion que logran sorprender, es aparte en sí misma y gracias a las pasiones del autor, una bella carta de amor y añoranza a la sala oscura, al cine de teatros grandes, a películas que marcaron a viejas y nuevas generaciones, a cintas populares y algunas otras desconocidas, cada capítulo no solo lleva como acompañante del título un dialogo de alguna película, si no que sirve este mismo como hilo conductor de los eventos que se desarrollan en sus párrafos, acompañado de una banda sonora que nos ambienta la historia y nos lleva de nuevo a estar frente a esa pantalla gigante.
Un gran trabajo en el que las referencias que le hacen entrañable no sobrepasan la historia creada por el autor, convirtiéndose en una amalgama atrapante y sorprendente.
Un final bien logrado que toma por sorpresa al lector, pero que puede haber estado entre sus opciones de desenlace, si va prestando atención a los índices embrionarios de la historia y sus referencias. Por mi parte al leerlo sentí un recuerdo latente de dos magnificas películas de David Fincher, El club de la pelea, de 1999 y El juego, de 1997.