"En el año que llevamos viviendo en Velling no he hecho otra cosa que vomitar, parir y amamantar y mi hijo me sonríe como si ninguna de las tres actividades tuviera que ver con él".
Una joven se muda a una pequeña comunidad rural del oeste de Jutlandia, en Dinamarca. Acompaña a su marido, quien ha conseguido un empleo como profesor en un centro educativo para jóvenes, mientras que ella se emplea en un periódico local atendiendo un consultorio. Ambos y su bebé aterrizan en un entorno, que aunque no es hostil, sí se rige por sus propias reglas. Unas reglas del juego sociales que a alguien de ciudad, como nuestra narradora protagonista, le va a costar decodificar.
Con un humor refinado y discreto, Pilgaard nos acompaña a conocer la nueva vida de esta joven en Velling, y sus dificultades no ya solo para encajar en su nuevo entorno, sino simplemente para no destacar ante unos nuevos vecinos que no acaban de sentirse cómodos con su espontaneidad, su franqueza o sus comentarios extravagantes. Las primeras lecciones que tendrá que aprender nuestra protagonista existencialmente desorientada estarán relacionadas con las formas de comunicarse e interactuar con los taciturnos habitantes del pueblo. Aprender a conducir y a ser madre serán otras dos tareas que la mantendrán ocupada durante la novela, provocando ambos objetivos momentos realmente divertidos.
La novela se narra mediante tres géneros: la prosa, el cuerpo de la novela, en que se desarrollan las peripecias de nuestra protagonista y su entorno; las canciones que ella y algunos compañeros de la escuela escriben sobre melodías danesas tradicionales que forman parte del cancionero de la escuela y que transforman en una especie de divertidas canciones-protesta; y el consultorio en el que trabaja nuestra narradora, un espacio en el que los ciudadanos de Velling de forma anónima le plantean temas que les preocupan y a los que ella debe dar respuesta.
El consultorio es absolutamente delicioso. No tengo claro que sus respuestas sirvan de algo a quienes le han planteado las preguntas, pero sí sirve al lector para conocer por dentro a la protagonista. Evadiéndose de una realidad en la que apenas se maneja a tientas y en la que muestra serias carencias en determinadas habilidades, en las respuestas del consultorio se muestra firme y resuelta. Se sincera, se desahoga y destripa con un humor feroz y agudo sus filias, fobias y todo lo que está obligada a guardar dentro cuando trata de forma personal con sus vecinos. En estos escritos, la protagonista es directa y nada sentimental, y pese a que muchas veces reconoce de forma explícita que el consultorio no debería tratar de ella, en todas las respuestas expone sus vivencias personales sin cortapisas. Francamente, este consultorio es uno de los grandes aciertos de la novela.
He adorado la forma de narrar de Pilgaard. Sus diálogos son directos y precisos, y el lenguaje es claro y conciso. Además, ha sabido presentar unos personajes perfectamente creados, profundos, y unas situaciones ricamente descritas, captando a la perfección los absurdos de la vida cotidiana en Velling.
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Metros por segundo' me ha parecido un bello homenaje a la conversación, a las relaciones sociales y a esos choques culturales que se producen de forma cotidiana a pequeña escala. Y una completa comedia, divertida y ácida, sobre la maternidad en un entorno rural, sobre el concepto de identidad y normalidad y sobre el arte de encajar en un entorno en el que no puedes decodificar las reglas y, al mismo tiempo, quieres liberarte de él.