Rey de los hidalgos, señor de los tristes, Que de fuerza alientas y de ensueños vistes, Coronado de áureo yelmo de ilusión; Que nadie ha podido vencer todavía, Por la adarga al brazo, toda fantasía, Y lanza en ristre, toda corazón. |
Rey de los hidalgos, señor de los tristes, Que de fuerza alientas y de ensueños vistes, Coronado de áureo yelmo de ilusión; Que nadie ha podido vencer todavía, Por la adarga al brazo, toda fantasía, Y lanza en ristre, toda corazón. |
La salvación, por tanto, se encuentra en la educación, idea que desde sus orígenes krauso-institucionistas afecta a toda la generación del 98, y más aún en España, donde, en palabras de Darío, “el número de analfabetos es colosal, comparado con cualquier estadística. En ninguna parte de Europa está más descuidada la enseñanza”. Darío señala la falta de vocación de los maestros y la situación irregular de los estudios. Opinión que confirma Unamuno desde una actitud aún más crítica para con la sociedad: “la triste verdad es que se menosprecia a los maestros. Cuidar caballos produce más que desasnar niños”.
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En verdad, vivo de poesía. Mi ilusión tuvo una magnificencia salomónica. Amo la hermosura, el poder, la gracia, el dinero, el lujo, los besos y la música. No soy más que un hombre de arte. No sirvo para otra cosa. Creo en Dios, me atrae el misterio; me abisman el ensueño y la muerte; he leído muchos filósofos y no sé una palabra de filosofía. Tengo, sí, un epicureísmo a mi manera: gocen todo lo posible el ama y el cuerpo sobre la tierra, y hágase lo posible por seguir gozando en la otra vida. Lo cual quiere decir que lo veo todo en rosa.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?