Rubén Darío: La vida errante de Rocío Oviedo Pérez de Tudela
En verdad, vivo de poesía. Mi ilusión tuvo una magnificencia salomónica. Amo la hermosura, el poder, la gracia, el dinero, el lujo, los besos y la música. No soy más que un hombre de arte. No sirvo para otra cosa. Creo en Dios, me atrae el misterio; me abisman el ensueño y la muerte; he leído muchos filósofos y no sé una palabra de filosofía. Tengo, sí, un epicureísmo a mi manera: gocen todo lo posible el ama y el cuerpo sobre la tierra, y hágase lo posible por seguir gozando en la otra vida. Lo cual quiere decir que lo veo todo en rosa.
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