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Crítica de Yani


Yani
02 January 2023
Hay algo aterrador en las distopías. Hasta ahora no he leído ninguna sin pensar que hemos llegado a convertirnos en esa sociedad que se está construyendo en el libro, por lo menos en algunos aspectos. Y “1984” (1949), del británico George Orwell, me dejó intranquila. Sigan leyendo para averiguar por qué.

Winston Smith es un hombre que vive bajo el régimen del Ingsoc, el Partido cuyo referente es Gran Hermano. Smith trabaja en el Ministerio de la Verdad, que se encarga de alterar la Historia para contarla como el gobierno quiere, y empieza a interesarse por Julia, del Ministerio del Amor, el cual controla que las personas sean fieles al Partido. El problema está en que ninguno de los dos lo es.

En esta novela Reino Unido pertenece a una región llamada Oceanía, conformada por otros países y continentes. Como es de esperar, viven en guerra con otras dos regiones que tienen características particulares. Nada de esto suena ajeno o fantasioso: basta con conocer un poco de la política de la época pasada –y actual–. Ahora bien, la sociedad permanece vigilada en todos lados y a todas horas porque el Partido necesita que las personas piensen de la misma forma y odien a Goldstein, némesis de GH. Para esto usa los ministerios. Es decir, funcionan para el Partido, no para mejorar la vida de nadie.

Smith es un personaje atribulado. Es la oveja descarriada y la conspiración contra el Partido lo tienta demasiado, mucho más que Julia, la mujer que lo atrae –Smith es misógino, vale aclarar–. al igual que los personajes principales de “Nosotros” (1924), de Evgueni Zamiatin, lo que hay entre ellos no es amor. Los une el espanto porque hasta los niños denuncian a los traidores. Hay un ascenso y descenso de Smith, ya que su intento de romper cadenas se da de forma paulatina y eso genera tensión, pero luego debe pagar las consecuencias. La tortura física y psicológica está a la orden del día.

Debo mencionar cómo el lenguaje se convierte en un recurso de control. Es una genialidad horrenda. En Ingsoc proponen la neolengua que pretende suprimir palabras del vocabulario para que respondan mejor a “las necesidades ideológicas”. El apéndice de la novela es imperdible porque explica con profundidad los objetivos y la formación de palabras. Por eso creo que Orwell escribió un libro que parece estar diseñado milimétricamente.

"1984" no deja de ser una novela de ideas, por más que la clasificación como ciencia ficción sea indiscutible. Invito a que lean las razones por las cuales el autor la escribió porque no tiene desperdicio. Y repito: la resonancia en la actualidad asusta mucho. Desde 1950 hasta acá seguimos girando alrededor de lo mismo y volviéndonos "un poco más Oceanía" cada día.



Muchas gracias a la editorial por el ejemplar.
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